El sol de Illinois

El sol de Illinois

martes, 4 de noviembre de 2008

En Madrid, mi Madrid


Qué lejos quedan ya, amigos míos, los recuerdos de mi estancia en Estados Unidos. ¿Cómo pude marcharme sin cerrar el blog, sin completar el círculo? Desde entonces siento que tengo algo pendiente. 

Llegué hace poco más de dos meses y medio (cómo pasa el tiempo y cuántas cosas pasan por la vida de una) y sin embargo parece que ha pasado un año, o dos, desde que volví. Y lo mejor es que esa sensación la tuve prácticamente a los diez minutos de poner un pie en tierra española, en tierra castellana. El Madrid sofocante de mediados de agosto me apabulló a besos y bienvenidas, y extrañamente el reencuentro con todo lo de aquí se condensó en un minuto, que fue el tiempo que necesité para sentir que nunca me había ido. 

Ahora recuerdo todo lo de ese agosto casi como si estuviera tan lejos como el propio Illinois, como si no hubiera sido más que la continuación de lo de allí, al mismo tiempo que la ruptura con todo aquello. La rama fragmentada del árbol surrealista de lo que no sé si alguna vez ocurrió. Me quedo con un montón de sensaciones extrañas y una vuelta a lo mío, a mí misma. Y algunos recuerdos muy bonitos que han pasado a formar parte de mí para siempre, entre nostálgicos y hermosos y alegres y tiernos y tristemente perdidos. 

Pero tengo que cerrar el blog, completar el círculo y contar todavía algunas cosas, aunque sean obsoletas, que no lo son. Y sobre todo, poner fotos de mi último mes en USA. Antes de pasar, quizás, a un nuevo blog. 

miércoles, 2 de julio de 2008

Tragedia consumada II

Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir... como algunos ya sabéis, me he mudado de casa a una residencia de estudiantes de doctorado muy cerca del centro del campus; al respecto de esto, hay muchas cosas nuevas que contar, estad atentos a las próximas novedades y fotos de mi nueva vivienda. Pero no es eso lo que quiero contaros ahora. Lo que me lleva al blog ahora mismo es algo terrible... tengo que desahogarme porque estoy alarmadísima... 


El caso es que acabo en este preciso instante de venir del baño de la primera planta... y lamentablemente y para mi desgracia, ha ocurrido lo peor: me he topado con uno de esos "seres", "entes" de nombre impronunciable (para mí) que subía en su negrura (lentamente, gracias a Dios, porque si es de las que corren, posiblemente hubiera sucumbido de asco) por la pared del baño... Menos mal que no llevaba gafas y no he podido apreciar en todos los detalles su asquerosa inmundicia (tengo la morbosa costumbre de quedarme hipnotizada cuando veo alguna en un lugar cerrado y no puedo salir corriendo de inmediato). El ente ha continuado su ascensión sin prestar atención a mi persona, ajeno por completo a mi repugnancia, y me he ido lo más rápidamente posible (todo lo rápidamente que mis menesteres me han permitido) antes de que saltara sobre mí para devorarme o algo peor. O que empezara a correr alocada con esas patitas... puagggg... 

Lo malo no es haber visto un ente. Lo malo es que, sentado el precedente, ya no podré vivir tranquila. Para más inri, mi habitación es la habitación del sótano (bueno, hay dos habitaciones en el sótano, la otra está ocupada por un rumano muy tímido de inglés horrible e incomprensible, pero que parece muy buena persona). La habitación es muy chula, es cutre, pero cutre-hippie, me siento comodísima en ella, congenio "espiritualmente" con ella, no sé por qué, a diferencia de lo que me ocurría en el antiguo apartamento. Duermo estupendamente por las noches, trabajo muy a gusto, me siento genial. Realmente mi vida ha cambiado en un 100% desde que estoy aquí (desde el jueves pasado), qué diferencia tan grande y tan positiva, ojalá hubiera estado aquí desde el principio, la cosa hubiera sido muy diferente. Pero arreglé el contrato de arrendamiento por Internet, antes de aterrizar aquí, y no pude romperlo en su momento, una vez firmado. 

El caso, sea como sea, a pesar de lo bien y tranquila que estoy aquí, es que una vez visto al "ente", ahora sé positivamente que existen y no puedo seguir ajena al problema (ya lo sabía, pero hasta que no lo confirmo visualmente en un lugar determinado, mi mente prefiere vivir engañada como si por algún milagro no existieran o no hubieran accedido a ese lugar), y viviendo en un sótano (que además, a parte de lo que es la habitación, que es muy acogedora, tendríais que ver el resto del sótano... calderas, muebles y cachivaches antiquísimos apilados en habitaciones oscuras llenas de telarañas que se suceden en pasillos y corredores recónditos e interminables... la casa, donde nos hospedamos catorce personas, es de principios de siglo), pues viviendo en un sótano ahora sé que puedo encontrarme con una aquí en mi propia habitación en cualquier momento, y la paranoia se adueña de mí.

Ya esta tarde/noche he visto una araña descolgarse de mi propia mesa de estudio. No me ha preocupado en exceso porque las arañas no son mi debilidad, salvo las peludas; además esta era de las simpáticas zancudas de cuerpo minúsculo. No puedo aniquilarla, me da mucha pena, y aunque un cierto repelús me provoca, no voy a negarlo, tendré que convivir con ella. No sé dónde estará ahora, por ahí andará... La cogería y la sacaría al jardín, porque cuando barra o limpie mañana o pasado, acabaré matándola sin querer, a la pobre, pero no me atrevo a cogerla con las manos. La casa es muy antigua, está rodeada de césped, la higiene, honestamente, no es su fuerte (me tiré casi dos mañanas limpiando mi habitación y todavía sigue saliendo polvo y suciedad incrustada... Y ayer me tocó limpieza de una de las zonas comunes y no digamos... pero bueno...), y tiene mil y un rincones, a pesar de su apariencia alegre, acogedora y luminosa (exceptuando las zonas no habitadas del sótano). No me sorprende que haya insectos, en absoluto. Pero lo otro... lo otro, los entes, qué mala suerte, tenía que pasar al final, hombre. Menos mal que no ha sido en el baño de chicas, que está en la segunda planta y es donde nos duchamos y aseamos, porque entonces hubiera sido muchísimo peor. 

Vamos, que está confirmado: existen "entes" en Urbana-Champaign, y no sólo eso, sino que tienen acceso a mi propia vivienda, y esto me deja muy intranquila y llena de escalofríos... y sin gafas, confundiendo cada minúscula negrura en suelos, paredes, muebles y techos con lo que no es... Mi primer encuentro del verano, como cada año, se ha producido y comienza, una temporada más, la pesadilla.  

Por cierto, ¿sabéis a lo que me recuerda un poco el sótano? Al sótano de "El silencio de los corderos"... Vamos a llamarlo el "sótano de los horrores", porque seguro que en algún habitáculo, baúl, corredizo, congelador de los varios que hay, armario desvencijado o saco de contenido indeterminado, están los restos de algún (o varios) estudiante extranjero que pasó por aquí en algún momento determinado del pasado, pero nunca salió... Bosco, lo que ibas a disfrutar pegándome sustos por aquí! (realmente y hablando en serio la casa me transmite muy buenas vibraciones en todos los sentidos; los muertos o asesinados, si los hay, deben ser unos muertos muy felices y de muy buen rollete) 


jueves, 26 de junio de 2008

Tragedia consumada


Chicos, la tragedia se ha consumado y mañana, por una cita laboral, no podré ver el partido de España en las semifinales de la Eurocopa. Aquí cae a las 13.45 horas, y teniendo en cuenta los horarios en los que mi jefe propone los meetings, sabía que esto podía ocurrir. Y ha ocurrido (hay que tener en cuenta que aquí se come a las 12, con lo cual las 14 no es una hora rara para tener una reunión). Con suerte llegaré al final del encuentro.

Respondiendo a un comentario de Bosco en otro post, diré que estos días no he tenido tiempo de transcribir en este blog como me hubiera gustado, la tremenda emoción con la que viví el partido de cuartos frente a Italia, por muchos y variados factores, aunque algunos de los que me siguen aquí fueron testigos de ello vía mail, y acaso sea ahora demasiado tarde, cuando quedan menos de doce horas para un encuentro más definitivo que el anterior. Un partido que vi sola, en mi casa, vía Internet, y que fue increíble y me llevó al borde del llanto, del colapso nervioso, del ataque al corazón y del límite de mis fuerzas. Pero mereció la pena. Incluso mereció la pena llegar a los penaltis y ganar a Italia de esa manera. Se rompieron muchas restricciones psicológicas, muchos complejos históricos, muchos lazos que tenían moralmente sujeta a la selección, aunque las deficiencias de cara a definir frente a la portería y en otros aspectos persistan y me preocupen (pero esto entraba dentro de lo previsible frente a Italia más que frente a ningún otro equipo). Se rompió la maldición de cuartos, la maldición de la bestia negra italiana, la maldición de los penaltis, la maldición del 22... etc., etc., etc. Harto comentado en todos los medios de comunicación, no añado nada nuevo excepto apuntar la tremendísima ilusión con la que viví ese encuentro, como pocos recuerdo en mi vida, y mira que siempre tiendo a vivir estas cosas con muchísima intensidad. Será que aquí, a solas, las cosas se ven aún con más cariño y expectación. 

Con respecto al encuentro de mañana, que iba a ser mi gran día de la semana (no quiero dejarme llevar por el triunfalismo al que somos tan dados para luego caer en la más negra de las miserias, que también nos gusta mucho, por lo que de momento no pienso en el domingo), pues es una pequeña decepción y amargura para mí no poder seguir el partido, pero lo importante es que, a pesar de lo bien que estuvo Rusia (dicen) frente a Holanda, creo que ese fue "su partido" y que ha tocado techo, o eso espero, por lo que, sin confiarnos en absoluto pero con seguridad en nosotros mismos y con la ventaja psicológica de haberles ganado en la primera ronda, es de suponer que no debería presentar una dificultad extraordinaria pasar a la final. Aunque desde luego a estas alturas de la competición, no habrá partido fácil, eso seguro. Así que, como digo, nada de triunfalismos... a currar y a luchar, a dar la vida y el corazón si es necesario, pero con la cabeza fría.  

En fin, chicos, ya que no voy a estar yo, creo que la Selección necesitará de todo vuestro apoyo :) No podéis faltar. Iba a verlo en el Illini Union con unos amigos de Alejandro, pero como os digo, no podrá ser, o llegaré en todo caso al final. Aúpa España!!!! Y que conste que mi promesa, hecha en un momento de exaltación y de debilidad física, psicológica, anímica y de todo, justo antes de empezar los penaltis el otro día, la mantengo porque Casillas es mi ídolo adorado desde ya y eso no hay quien lo cambie. 

¡MUCHA SUERTE PARA LA FURIA ROJA Y ESTARÉ CON TODOS VOSOTROS PSICOLÓGICAMENTE AUNQUE NO PUEDA VER EL PARTIDO!

viernes, 6 de junio de 2008

Hay marcha en Nueva York... digo, en U-C


¡Chicos, hay vida aquí! ¡Definitivamente! Esta tarde me ha invitado mi jefe (con su señora, que es un sol) a un concierto de jazz (no ha estado nada mal, por cierto; al parecer hay muchos tipos de jazz, y este era de la "Big Band", que menos jazz, tocan de todo... pero con cierto aire jazz. Música muy setentera y ochentera. Para terminar han tocado el tema de Rocky que me ha puesto los pelos como escarpias; otras cosas sí sonaban a jazz bastante clásico) y lo he pasado requetefenomenal. El jazz no me llama especialmente la atención, es de las pocas músicas que no me acaba de llenar, pero quizás sea por desconocimiento y por no tener el oído muy acostumbrado a un tipo de música que a veces está bien y otras veces parece, a mis legos oídos al menos, casi cacofónica. Pero este concierto, realmente, lo he disfrutado. En el fondo, es que no hay nada como la música en vivo. 

Venían unos amigos de ellos, un matrimonio de la Universidad, él italiano y ella brasileña (pintorescos a más no poder, pero me han gustado del tirón, especialmente ella, que era extrañísima pero me ha encantado; y por cierto que hablaba español muy bien y cuando le digo que dónde lo ha aprendido dice que no sabe, que "de aquí y de allí"... madre del amor hermoso, ¡qué facilidad para aprender un idioma, qué envidia me da!) y un hombre mayor, pero muy peculiar, que sabía de todo, conocía todos los lugares y, aunque nacido en Rumanía, ha vivido en todas partes del mundo. Me hubiera quedado hablando con él horas y horas. Nos hemos encontrado en el concierto con Alejandro, el catalán, que por cierto no os he dicho que merecía la pena darle otra oportunidad, porque en el fondo es majo, el hombre: me invitó a comer un domingo, hace ya semanas, y me llevó al único sitio decente, pero de verdad decente que he conocido por aquí, con comida muy buena. Y aunque recelaba mucho de su persona, he de admitirlo, y sigue teniendo algunos puntos snobs, fue muy agradable conmigo y no estuvo mal la conversación. Luego ha caído algún café, pero muy esporádico. No quiero hacer amigüitos por aquí, la verdad; no me apetece demasiado aunque mi soledad me lo pida a gritos. El hecho es que, además, ha estado de viaje estos últimos días y, al parecer, ha vuelto ahora.

Así que Alejandro "el pijo-catalán" se ha unido a nuestra peculiar y polimorfa expedición al salir del concierto y hemos acabado en el Downtown de Urbana, con un clima inmejorable y un sitio impresionante... lleno de bares con terracitas y, en los sitios que no son de copas, había de media un portátil en cada mesa... mejor dicho, un Apple. Allí la gente se va a las 11 de la noche a tomar un café o lo que sea, con portátil incorporado, a hacer sus trabajos para la Universidad, a chatear o ver el correo... incluso algunos con cascos estaban estudiando... no podían negarlo, ¡qué poca vergüenza! También los hay normales que van simplemente a tomar algo y a charlar, como nosotros, pero son los menos :) Si pudiera concentrarme en esas condiciones, me iría alguna noche allí a trabajar, aunque como me cuesta bastante adquirir el nivel de concentración necesario, lo que haré será irme con el portátil yo sola por allí a una de esas terrazas tranquilas (pero llenas de gente, quién lo iba a decir, aquí!), sólo a pasar parte de la noche, a descansar, a sentarme tranquilamente mientras escribo en el blog, mando correos o a hago otras cosas que no me requieran demasiada atención, mientras disfruto de un capuccino nocturno con la brisa veraniega de compañía. 

Pero a parte de esas terrazas tan acogedoras, también debe haber marcha pura y dura, porque el catalán me ha asegurado que hay bares de marcha normal, y hasta discotecas!!!, que él se las conoce todas, y me ha invitado mañana a tomar una copa con él y enseñarme la zona. De hecho, me había propuesto quedarnos a tomar algo hoy cuando los "mayores" se iban, temprano (antes de las 12) a casita, pero le he dicho que no porque tenía un sueño de morirme (cierto en parte) y porque era demasiado tentadora la oferta de que me llevaran a casa en coche mi jefe y su mujer (Alejandro no tiene coche, tiene bici), pero ante la forma tan sugestiva de pintarme la "maravillosa noche de Urbana", que de verdad, verdad, tengo que conocerla a fondo, etc., me he dicho "qué diablos, ya es hora de salir de verdad". No puedo irme de aquí sin conocer esa parte, digo yo. Así que hemos quedado mañana y pienso tomarme dos copazos, que hace eones que no sé lo que es eso. Según él, evitaremos los bares de "red-necks" (paletos)  (¿veis como es un snob?) Urbana, allá voyyy!! Ya os contaré. Como me guste, voy a empezar a diversificarme un poquillo y el próximo fin de semana me voy con los compis de planta (los pocos que están solteros y todavía conservan las ganas de marcha y me invitan a unirme a su grupo los fines de semana, y ya está bien de decirles que no)

La brasileña me ha dado su tarjeta y me ha dicho que cuando vayan a Montreal, que tienen una casita allí, que me llevan, ella y su marido... no me lo creo, por supuesto, y no por falta de buena fe por su parte, si no porque luego todas esas cosas, pasa el tiempo y se olvidan. Pero me ha caído genial y la oferta es tan increíble que le he dado mi mail, mi teléfono, y hasta la marca del papel higiénico que uso, por si tiene problemas para contactarme.

Ah, y por último, lo mejor de todo: por mediación de Helen, la esposa de mi jefe, a lo mejor me puedo mudar de sitio a una habitación que está en el centro del campus... Eso sería maravilloso, porque aquí estoy prácticamente en medio de la nada más absoluta, alejada de todo lo habido y por haber... Mañana mismo voy a verlo. Realmente es una residencia, una habitación con baño ( y con derecho a cocina y, si quieres, hasta te apuntas al comedor, aunque de esto último desconfío muchísimo, así que seguiré cocinando para mí misma seguramente), pero no me importa lo más mínimo que sea una habitación, me apetece mucho salir de Orchard Downs. ¿Los paseos tan bonitos y tan verdes a los que me estaba acostumbrando? Siempre puedo coger el bus para venir a dar un paseo por aquí, o venir andando directamente algún sábado o domingo, y así hago ejercicio. Dios mío, por favor, que se me arregle la baja del contrato de arrendamiento con los de Orchard Downs, porque nada me haría más feliz que trasladarme al centro del campus.

Me voy a la cama feliz como una perdiz. Hace un tiempo de verano ya que es para no creerse. Un poco húmedo, eso sí, pero a quién le importa. Si estoy a poco más de mes y medio de volver a casa, y cada día más feliz. 


lunes, 26 de mayo de 2008

Bichos y sol y más soledad a pesar del sol


Desde hace un par de días tengo la sensación de que hay algo vivo en mi habitación. A parte de mí misma. Algo de un tamaño indeterminado, pero pequeño sin duda, más bien milimétrico... Oigo ruiditos extraños por la noche, como de patitas que avanzan erráticas o diminutas mandíbulas que mastican (no quiero pensar el qué) o palpitantes viscosidades minúsculas que se esponjan lentamente, y cuando digo "patitas" por supuesto no me refiero a los elefantiásicos zuecos de los vecinos de arriba (que, por cierto, ya no se oyen). Temeraria, valientemente, sobreponiéndome a mi aprensión y no sin tomar múltiples precauciones (no soy una suicida), con el corazón en un puño pero enfrentándome a mis peores miedos como una machota, he avanzado contra la pared, sí, pero he avanzado por el angosto y glorioso camino reservado a los locos que deciden mirar frente a frente a su Destino y he buscado por todos los rincones de la casa armada de escoba y papel higiénico... para descubrir aliviada que no parece haber nada vivo lo suficientemente grande como para que sea visible a mis ojos, con o sin gafas. Quizás sea el silencio inesperado por la ¿ausencia? de los vecinos, que me hace escuchar el corretear de los ácaros y los gorgojos microscópicos en medio de la silenciosa NADA dentro de la que vivo. También puede ser que desde que encontré una araña (sí, ya sé que suena a pesadilla espeluznante) hace dos semanas en la bañera (una araña, os lo juro, qué espanto, una araña saliendo del desagüe), esté un poquito paranoica. 

Y cerrando el tema de las comidas abierto en un intercambio con Sus hace un par de días, tema que los hipotéticos insectos masticadores me ha recordado, diré que ni siquiera me dejan disfrutar aquí de la Coca-Cola light porque en el 75% de los sitios sirven o tienen sólo Diet Pepsi. Antes me gustaba y ahora la aborrezco. 

Hoy era fiesta aquí (Memorial Day: manda cojones... bueno, sin comentarios) y para más inri no podía salir de Orchard Downs e ir al centro de la ciudad ni a ningún otro sitio porque el servicio de autobuses estaba suspendido, así que me he ido a leer a la hora de la siesta y a tomar el sol por primera vez!!! a la pradera inmensa que hay detrás de casa; otras veces había paseado por el vecindario propiamente dicho, pero esta vez he mirado a mi espalda, he visto la tremendísima, solísima, "inconstructa" explanada que se extiende más allá de donde llega la vista, a la que siempre había visto como un tanto amenazadora desde mi ventana, y he dicho, qué narices, por qué no, está ahí toda entera para mí. Si nadie la quiere aprovechar, allá ellos. Iré antes de que alguien la descubra y edifiquen algo.  Había unos columpios que no se utilizan desde hace eones y también me he columpiado, que es lo que más me gusta en el mundo después de conducir, y comer, y bueno, después de unas pocas cosas más, pero tampoco tantas. Y luego me he tumbado plácidamente a disfrutar de una tarde tan bonita como hacía hoy y los dañinos rayos UVA y UVB han tocado mi piel por primera vez desde que estoy aquí (quiero decir, verdaderamente, profundamente, y además sin protección solar lo cual me parecía un sacrilegio, pero qué más da), acelerando el proceso de envejecimiento y posiblemente aumentando las posibilidades de contraer cáncer de piel, pero Diossssss míooooooo qué maravilla es tomar el sol tumbada en la hierba, y más en una pradera de hierba perfecta y plana y solitaria de varias hectáreas sin ver un alma alrededor ni con prismáticos.  ¿Dónde están los vecinos, por qué narices no salen a pasear, no salen a tomar el sol, no salen con los niños para que corran por la hierba, no sacan sus toallas o simplemente salen a leer un libro? Arrrrrrrghhhhhh!!!! Mejor para mí, pero de verdad QUÉ GENTEEEEEEEEEEEEEE! Son muy agradables en general, esa es la verdad, pero están todos locos, los asiáticos que pueblan el campus y mi vecindario, los americanos, todos, están locos, no saben vivir la vida, no tienen ni idea, me dan casi hasta pena. No salen nunca, jamás, never, under any circumstances, van de casa al coche y del coche a casa, y ocasionalmente a tomar una hamburguesa grasienta o a hacer que son súper cool yendo a una seudo-representación artística o algo así, y de nuevo a casa, y sólo usan este césped maravilloso para salir un domingo al mes a hacer barbacoas, como está estipulado, porque hay el "día de la barbacoa" en la comunidad. No hacen nada espontáneamente, no saben lo que es salir a dar una vuelta, no saben lo que es tumbarse en la hierba, no saben lo que es la calle, ni siquiera para ir de compras, porque sólo van a centros comerciales donde se concentra casi todo lo que se puede comprar aquí, centros comerciales gigantescos que están cerca de ningún sitio (como todo lo demás), a los que, por supuesto, van en coche, y para moverse de una tienda a otra dentro del centro comercial, donde todas las superficies están separadas por kilómetros y kilómetros de parkings, van también, claro está, en coche. 

Es que no sabéis cómo es esto, de verdad, no os podéis hacer una idea, las calles total, absoluta, completamente desiertas, barridas, como una población fantasma... es increíble, da igual que haga buen tiempo, da igual que sea el centro de la ciudad. Ahora ni siquiera el centro del campus está poblado, aunque es el único sitio donde puedes ver a dos viandantes al mismo tiempo, porque son las vacaciones escolares desde el 15 de Mayo pasado y los estudiantes habrán cambiado este agujero por su agujero vital habitual o natal, en este o en otro país que no sea España -porque hace poco leí que este campus donde me hallo es el campus de todo Estados Unidos donde más número de estudiantes extranjeros hay, y doy fe de ello-. También he leído que Urbana-Champaign tiene el honor de ser la ciudad de todo USA con mayor número de restaurantes per cápita... lo cual me hace volver sin quererlo al tema de la comida, triste tema de la comida, porque he de decir que si el 90% de ellos se volatilizaran por completo y no quedase ni el recuerdo, creo que tampoco se perdería demasiado. Lo último fue una comida pedida en un restaurante americano, hace apenas tres días, de la que no pude probar más de dos bocados. Eran "macarrones" (mentira) con queso (falso), y yo tenía mucha hambre. El plato fue devuelto a la cocina habiendo sólo probado dos bocados. De verdad lo intenté, pero no pude, y jamás había hecho una cosa semejante. Me dio mucha pena por la camarera, que se veía que la pobre estaba sufriendo más que yo; porque aquí cada diez minutos vienen a preguntarte con una sonrisa de oreja a oreja si todo está bien -se curran las propinas, vaya-, y claro, ella veía que no probaba bocado y se le iba desdibujando la sonrisa de la cara y me miraba deseando hacer algo para ayudarme pero no sabía qué; no tuve corazón para decirle que me parecía impensable que un ser humano que no estuviera a punto de morir literalmente de hambre pudiera comerse aquella cosa infecta... así que yo la sonreía y le decía que "sí, sí, todo muy bien", y me concentraba tratando de esquivar su mirada perpleja y triste y decepcionada en mi libro y en mi Diet Pepsi hasta que conseguí escabullirme subrepticiamente -tras pagar la cuenta, a pesar de todo- dejando un plato de macarrones con queso o lo que fuera intacto detrás de mí y una camarera con el corazón roto y sin mucha propina. Me fui sin comer nada y, lo que es mucho mejor, sin sensación de hambre después de haber probado aquello... lo cual creo que al final va a ser el remedio que estaba buscando para mi dieta: débiles mujeres del mundo avasalladas por la publicidad antinatural del prototipo de mujer anoréxica, venid a USA: o bien acabaréis con 120 kilos de más y pasando ya de todo, o bien aborreciendo la comida basura y la grasa de por vida. No obstante, la idea del desperdicio en sí me pone enferma, y aquel plato desperdiciado... pero es que de verdad que no pude comerlo, me fue imposible, y Dios sabe que no le hago ascos a nada. Mira que era fácil cocinar un plato de pasta, no digo ya que esté buenísimo, si no que sea simplemente comestible. 

En fin, volviendo al tema: aquí no se han enterado de que existe una cosa que se llama "calle", o mundo "exterior" más allá de los muros de un edificio, el que sea, o de los hierros de un automóvil. Bueno, mejor, que me dejen la explanada de detrás de mi casa a mí solita y que se queden con su día de la barbacoa. 

Y volviendo al tema todavía más. Al tema que daba inicio a esta entrada. Al menos, a pesar de que puede haber una arañita alguna vez, he descubierto algo real, profundamente, inmensamente bueno de este lugar: aquí no existen o parecen no existir (por favor, Dios mío, apiádate de mí, toquemos madera) esas cosas, esos insectos innombrables, negros, rápidos, correteantes y absolutamente repulsivos que pueblan las noches de Madrid en verano y cuyo nombre no puedo escribir, no ya digamos pronunciar. En otros lugares, como Texas y sitios así existen serpientes de cascabel (una picó al hijo de mi jefe cuando era pequeño y estuvo a punto de morir), y viudas negras venenosas, y alacranes o escorpiones y ese tipo de bichitos que serían, y lo son, realmente bellos si no fueran tan peligrosos. Eso no me importaría demasiado, aunque sé, o creo, que por aquí no viven tan exóticos animalejos. Lo único que hay son ardillas, las hay por todas partes, en todas las calles, en todos los sitios, a todas horas, hasta se cuelan en los restaurantes alguna vez, y me hace gracia ver a alguna camarera, criaturita, teniendo miedo o aprensión de ellas y haciendo malabarismos para evitarlas; yo intento por todos los medios atraerlas, darles de comer, que se confíen, poder rozar a alguna... pero es imposible, son rápidas como los roedores que son y no se fían; se acercan cautas a coger la comida que les dejas en el suelo o en el banco, pero sólo si te has retirado unos centímetros, y salen corriendo como centellas con el botín entre las garras, aunque no son cobardes del todo y vuelven una y otra vez a por más, observándote a una distancia prudencial, e incluso alguna de carácter más audaz o más ingenuo se acerca demasiado temerariamente, y es lo que hace mi vida más fácil por aquí, las ardillas, porque me encantan, no me canso de verlas, aunque realmente hay miles de ellas y llegas a acostumbrarte. Sí, suena muy a "Illinois", ¿verdad? Illinois = ardillas. Ahora debe ser época de cría, porque esta mañana no paraban de fornicar y gruñir delante de mi ventana, y nunca las había visto en tan desvergonzada actitud. Es el único bichejo agradable que hay. Pájaros, más bien pocos. E insectos... no demasiados, por el momento. Pero bueno, hasta por ahí podría pasar hasta cierto punto, incluso las serpientes me gustan, no me importa, las serpientes me fascinan y lo único que temo es, en mi ignorancia, no distinguir las peligrosas de las que no lo son, por eso las evito prudencialmente, por ejemplo en el pueblo, salvo que sea claramente una culebra, a alguna de las cuales sí identifico como inofensiva y no me importa acercarme, más bien son ellas las que suelen huir, lo cual demuestra que el instinto funciona correctamente ya que en el pueblo las tratan a pedradas o garrotazos. Vale, todo eso está bien, y más aún, más bichos aún estarían todavía bien, pero por favor, Dios mío, lo otro no, lo otro no; yo paso por todo, todo me da igual, puedo soportar las calles fantasmales, vacías, inhóspitas, feas, deprimentes, puedo soportar la araña en la bañera alguna vez, puedo soportar los vecinos ruidosos, puedo soportar la tremenda soledad, puedo soportar la comida incomestible, he podido soportar los treinta grados bajo cero y los treinta centímetros de nieve, los temporales, las tormentas,y hasta las botas de oso, puedo soportar los tornados, puedo soportar al negro feo del autobús, puedo soportar las tiendas horteras, puedo soportar que no haya comida fresca en un radio de tres kilómetros a la redonda, puedo soportar el apartamento horrible, puedo soportar la Diet Pepsi, puedo soportar el sonido de las mandíbulas de los gorgojos, puedo soportar las hectáreas de césped vacío, al contrario, lo agradezco, pero por favor, por favor, por favor, sólo pido que no vea jamás uno de esos bichos-negros-brillantes-innombrables-que-corren-tanto-y-que-pueblan-las-calles-en-las-noches-de-verano-de-Madrid. Esa es la única concesión que pido.

Ah, por cierto, me estoy releyendo al sol y al amparo de la bombilla de mi lámpara cuando me voy a la cama como ahora mismo, "La casa de los espíritus" en inglés... y ni siquiera la traducción inglesa, que aún siendo el inglés un idioma bello donde los haya, sigue siendo incomparable al poético, mágico y vibrante castellano de Isabel Allende, o al menos así parece a mis oídos y a mis ojos hispanoleyentes, y más siendo una traducción, pero ni siquiera todo eso puede echar a perder la belleza del libro que habré leído cinco o seis veces por lo menos en mi vida, ni puede estropear, sobre todo, la profunda belleza de sus personajes, esas mujeres increíbles de las que te enamoras con sus nombres de blancura: Clara, Alba, Blanca... Aunque uno de mis nombres de mujer favoritos siga siendo Claudia. 

domingo, 18 de mayo de 2008

Andando


Andando, andando. 
Que quiero oír cada grano 
de la arena que voy pisando. 

Andando. 
Dejad atrás los caballos, 
que yo quiero llegar tardando 
(andando, andando) 
dar mi alma a cada grano 
de la tierra que voy rozando. 

Andando, andando. 
¡Qué dulce entrada en mi campo, 
noche inmensa que vas bajando! 

Andando. 
Mi corazón ya es remanso; 
ya soy lo que me está esperando 
(andando, andando) 
y mi pie parece, cálido, 
que me va el corazón besando. 

Andando, andando. 
¡Que quiero ver el fiel llanto 
del camino que voy dejando!

Juan Ramón Jiménez

Con las rosas


No, esta dulce tarde
no puedo quedarme;
esta tarde libre
tengo que irme al aire.

Al aire que ríe
abriendo los árboles,
amores a miles,
profundo, ondeante.

Me esperan las rosas
bañando su carne.
¡No me claves fines;
no quiero quedarme!


Juan Ramón Jiménez

sábado, 26 de abril de 2008


"April is the cruellest month, breeding
lilacs out of the dead land, mixing
memory and desire, sitirring
dull roots with spring rain"

The burial of the dead (The waste land)
T. S. Elliot


Abril es el mes más cruel, engendrando
lilas en la tierra muerta, mezclando
el recuerdo y el deseo, resucitando
apagadas raíces con lluvia de primavera. 

El entierro del muerto,
fragmento de la primera parte del poema "La tierra baldía", de T. S. Elliot 

miércoles, 23 de abril de 2008

Primavera


Queridos amigos míos, ya es oficial, ya es indiscutible, ya es innegable: la primavera ha llegado definitivamente y los momentos oscuros parecen quedarse atrás. Parece que están lejísimos, casi como si nunca hubieran sucedido.

Os escribo ahora mismo desde un parque lateral del Illini Union, en una terracita pública absolutamente tranquila y encantadora, cómodamente sentada al aire libre "a la sombra de una sombrilla" tras salir del trabajo, disfrutando de los 27º C que hay hoy en esta parte de Illinois, y sintiéndome feliz a más no poder con la brisa que me acaricia y con el sol que dentro de un par de horas se esconderá un día más. He comido shushi y un helado de chocolate mientras le escribía un mail a una persona muy, muy especial; estaban ambas cosas riquísimas, el shushi y el helado, y el mail también me ha sabido riquísimo, y hay un montón de ardillas correteando por aquí (esto está lleno de ardillas, incluso en invierno), y una torre altísima da las campanadas cada cuarto de hora al otro lado del parque (ya sabéis lo muchísimo que me gustan las campanas); la gente pasa en bicicleta o en pantalones cortos, o se sientan con sus portátiles a comer helado o a estudiar en esta pequeña terraza, como yo.  Hay una fuente preciosa con una figura original que parece un Cupido, pero no un Cupido infantil, sino un Cupido adulto, lo cual me ha parecido lo mejor que podría pasarme hoy, no sé por qué. Amor adulto, eso me gusta. 

Estoy sentada en el centro de una pequeña burbuja luminosa y cálida, protegida de tanta sordidez como hay en este estado.

Sólo lamento no tener ahora mismo la cámara de fotos conmigo para enviaros algunas en este preciso instante, vía blog. Y tener que irme a casa a seguir currando. Pero me siento feliz, sentarme aquí a escribir ha sido como darme un masaje en el corazón. Además, volveré a comer aquí muchos días, seguro, y tendré oportunidad de mandaros fotos, no sólo de este rinconcito que he descubierto, sino del centro del campus en primavera, para que veáis lo bonito que está. 

Mi primer helado de la temporada ha inaugurado sin vuelta de hoja la primavera para mí, así que con estas sensaciones y con esta premisa no tengo más remedio que ser feliz. Un beso a todos. ¡¡Ahí están las campanas!! Me voy a comprar leche y a casa.

jueves, 10 de abril de 2008

Españoles en Urbana: existen, no es un mito


Transcripción del relato sobre el florecimiento de una nueva, pero bella amistad:

"Ah, no os he contado lo mejor... ¡ayer conocí por fin a un español en el campus! Qué digo en el campus, en mi propio departamento, en mi misma planta. Alejandro, se llama. Lleva contratado por la Universidad desde el verano, pero ha estado de estancia en Boston o no sé dónde hasta ahora. Ingeniero proveniente de la Politécnica de Barcelona, ha estado en el MIT y en no sé cuántos otros sitios.

El tío es un pijazo de la hostia, el típico catalán pijo, pero pijo, pijo, que en "catalán" se traduce como "hombre tipo pseudo-intelectualoide, vamos, gafapasta de toda la vida, pero con altas pretensiones estéticas, muy del tipo "soy inteligente y superior a la par que sensible y con buen gusto", vistiendo así entre universitario casual y Massimo Dutti, con gafas de colores, claro, que ahora los gafapasta que se precien tienen gafapasta de colores, y, por supuesto, dos Mac en su despacho que lo flipas, tanto el portátil como el súper pantallón del sobremesa... Y con aires de hombre desenvuelto y seguro de sí mismo, etc., etc." Teleco y catalán... lo que nos faltaba. Vamos que, salvo por los Mac, representa casi todo lo que no me gusta en un hombre, incluida su ausencia de rotunda masculinidad. 

Estuvo majo a pesar de todo, me ha dicho que ya tomaremos una cerveza o comeremos un día por el campus, cosa que no me apetece nada, pero bueno, nobleza obliga. El único español de Urbana y que tenga que ser un catalán intelectualoide y pijazo... Piensa pasarse los próximos seis años de su vida aquí, haciendo currículum, y, si puede, el resto de su existencia, si consigue plaza de titular. Muy guay, profesionalmente hablando, pero no le envidio en todo lo demás ni un poquito. Y, digo yo, ¿se pensará casar con una china o algo? Porque otra cosa por aquí...

Por cierto que conoce y es amigo (cómo no) de una de las tías más asquerositas de toda la Carlos III, con la que me tocó compartir docencia en el Labo de Comunicaciones Ópticas tres años, para mi desgracia. Qué tía más saboría, la hija de @#$%, tiene 30 años pero parece que tuviera 60. Diooossss qué saboría. Eso fue la puntilla que hizo que no me terminase de entrar este hombre por el ojo. Bueno, ya veremos, le daremos otra oportunidad, quizás debajo de sus capas de pretendido buen gusto fashion, haya un ser humano... :)))) No, si el chico no es que no sea majo, después de todo, pero es que joder, como encuadra en el perfil, coño. Qué poco originales son los que se creen tan originales.

Besos,
Rosa.
(Me preguntó que si yo venía de la Politécnica de Barcelona!!!! Será gilipichis el tío!!! Vamos por favooorrrr! jajajajaj! Sólo me faltó decirle "pero por quién me has tomado!!!")

Diario de fumadora y reconciliación con Urbana


Cual delincuente que no puede dejar de confesar sus crímenes, os anuncio que el martes (día horribilis donde los haya, pero no me justifico, porque no tengo justificación: soy así de débil), me dejé vencer por la tentación... (todos a coro: ¡oooohhhh!) Creo que si hubiera asesinado a un niño no me habría sentido peor :( 

Al menos, he vuelto a dormir. Es lo único bueno que le veo. No os contaré mi ordalía del martes, porque no os la creeríais. Sólo diré que no me he dado por vencida ni mucho menos, y le tengo más odio que nunca a este vicio traidor. Esto me ha servido para darme cuenta, no sólo de que soy tonta, eso ya lo sabía, sino de hasta qué punto estoy enganchada y hasta qué punto el vicio es ladino y pertinaz. Tendré que ser más lista que él. Ahora he cambiado mi estrategia y ayer y hoy estoy fumando sólo cinco cigarros al día, esperando a que pase el SPM (como decía Pedro en los mails, al final creo que no será necesario llamar a los "cops" con dardos tranquilizantes para grizzlies) para volver a intentarlo, aunque no será absolutamente inminente, porque el domingo y el lunes (y el martes con la recaída, especialmente), lo pasé tan mal, que en estos momentos estoy muy desilusionada y decepcionada conmigo misma, así que no será este fin de semana cuando pase el nuevo maratón intensivo de malas sensaciones. Si consigo mantener este ritmo tan escasísimo de fumar (escasísimo para mí), creo que la próxima vez será mucho más fácil, y espero que se me de un poco mejor. Eso espero. En el fondo sé que es ahora cuando no debo dar por absolutamente perdido lo poco que he conseguido, porque las recaídas son normales, ocurren o pueden ocurrir, y eso no quiere decir que haya que abandonar hasta vete tú a saber cuándo. Intento repetirme esto a mí misma y convencerme de ello. Aún así, mantener el vicio mínimamente bajo control y esquivar tantísimos cigarrillos al día como me vienen al pensamiento, me sigue costando un poco, aunque mucho menos que antes. O sea, algo, algo he conseguido, quiero verlo así. Me preocupa un poco el hecho de que el primer cigarrillo que me fumé el martes me supiera tan mal, cosa que me impactó muchísimo, y ahora ya me esté acostumbrando de nuevo a sabor. 

Por lo demás, y hablando ya en general, ahora que puedo pensar en otras cosas a parte del tabaco, os diré que me he vuelto a reconciliar de nuevo con esta ciudad. Todo está muy bonito, las niñas van con sandalias y los niños con camisetas de manga corta ya, aunque todavía no hace un tiempo veraniego, y algunos días hace bastante fresco, especialmente por las mañanas. Pero al mediodía ha hecho momentos casi de calor, por ejemplo ayer. Estas experiencias son tan inusitadas por aquí para mí, que me daban ganas de llorar de agradecimiento. Eso sí, el clima sigue siendo cambiante e impredecible. Esta tarde ha caído una tormenta impresionante, con los mayores truenos que yo he oído en mi vida. Los próximos días parece que no va a llover mucho y que va a salir el sol a ratos y eso me anima muchísimo; no os puedo explicar por qué me afecta tanto el clima aquí, pero se está convirtiendo en algo fundamental para mí. Aunque en general estoy de nuevo contenta y tranquila, y he recuperado por completo las ganas de estar aquí, de permanecer aquí el tiempo que haga falta, y de hacer actividades extra-laborales. 

¡!Ah, y esta semana he podido salir, por primera vez, sin las botas de oso!! ¡¡¡¡¡Síiiii!!!!!! ¡¡Mi momento más soñado, no sabéis qué felicidad me ha producido eso!! Ahora llevo unos zapatitos  de nada, ligeros como el viento, completamente planos y maravillosos que me hacen sentir liviana y primaveral y me dan ganas de correr (de hecho, he corrido por el césped camino del autobús, de pura exaltación y alegría al sentir el césped bajo mis pies). Y desde ayer puedo incluso dejar los guantes y la bufanda y el abrigo invernal y ponerme un abrigo de entretiempo, preciosísimo, que apenas pude ponerme en Madrid y que estaba deseando estrenar aquí (aunque por la mañana a primera hora he pasado algo de frío, pero no mucho). O sea, empiezo a sentirme persona en lugar de bulto sospechoso y temblón. Me voy a comprar unas sandalias y en un par de semanas, a ver si el tiempo lo permite, quitarme las medias e ir con los pies semi-desnudos. Ya os digo que las chicas ahora mismo van así, pero no hace tiempo para ello todavía.

Mañana salgo a comer con la mujer de mi jefe, Helen, que quiere jugar a ser mi madre y se preocupa mucho por mí, lo cual le agradezco infinito aunque me sabe muy mal porque no es en absoluto necesario, pero es que es una mujer extraordinaria. Espero pasarlo bien. Ya os contaré. Quiere dejarme una tele pequeñita para el apartamento porque ha puesto el grito en el cielo cuando se ha enterado que sigo sin televisor. No me extraña. Como os decía a algunos de vosotros estos días de atrás, vivimos en un sistema donde algún día se multará severamente a los que no consuman más de dos horas de televisión al día, que es el aro más eficaz y eficiente por el que hay que pasar y por el que se nos modela a la misma imagen y semejanza que "el gran hermano". ¿Cómo no va a ser escandalizable, y hasta penable, que no se vea la tele? Si hasta yo misma me asombro de seguir más o menos medio normal y que no esté empezando a mutar. Total, que Helen se ha alarmado grandemente cuando se ha enterado de que hace casi tres meses que no veo la tele. Hasta yo me alarmo, cuando lo pienso un poco... Aún así me resistiré, como me resistí el otro día cuando me lo propuso (quería venir inmediatamente a mi casa a traérmela, y tuve que prometerle que mañana viernes cuando fuéramos a comer, hablaríamos de la tele e intentaría dejarme convencer por ella, pero la engañé: no quiero tele. Aunque de verdad se puso muy bruta, a lo mejor tengo que ceder, ya veremos)

Y nada más. A lo mejor, en vista del relativo éxito que tuvo, al parecer, mi mail sobre el momento en el que conocí al español que trabaja en mi departamento, transcribo para este blog el contenido de dicho mail, aunque no sé si su contenido es publicable (cómo os va la marcha...). Iba a escribir algo muy parecido (si bien quizás ligeramente más moderado) comentando esta novedad, pero visto lo visto, y como al final iba a ser muy parecido, a lo mejor hago copy&paste, y andando. Espero no recibir querellas judiciales.

Os seguiré manteniendo al tanto de mis flirteos con el tabaco. Muchísimas gracias a todos por el apoyo, ¡¡¡me va a hacer falta!!! No os creáis que no se agradece, aunque al final la voluntad tiene que ponerla una. 

Nota: la única ansiedad que persiste en mí ahora mismo es un inexplicable, pero muy intenso, antojo de morcilla, desde hace cuatro días. Hasta he buscado en Internet, y he visto un sitio de cocina francesa en Urbana donde sirven "blood sausage"... No me fío, pero iré. O eso, o pedirle a mi madre que me mande una caja como las que se traían antiguamente de los pueblos a las capitales los quintos y las "de servir", con sus morcillas, sus chorizos, su paleta, su queso... étc. Qué grandísima cosa, la morcilla, qué grandísima pasión. 

lunes, 7 de abril de 2008

Diario de una fumadora en un naufragio (V)


He sobrevivido al primer día sin comprar tabaco y sin fumar en el campus... con muchísima auto-restricción y fuerza de voluntad. Digamos que la circunstancia está siendo menos virulenta que la vez anterior, pero a la postre, o a la larga, me está costando bastante más.

No sé si lo soportaré. Sé que suena tonto, pero no sé si lo soportaré. Cuando piensas, o sientes, que eres infeliz sin tabaco, que no puedes ser feliz sin él, es difícil soportarlo. Qué asco tener esas sensaciones. 

domingo, 6 de abril de 2008

Diario de una fumadora en un naufragio (IV)


Quiero fumar. Estoy desesperada. 

Diario de una fumadora en un naufragio (III)


Casi 84 horas sin fumar (tres días y medio)

Ayer tras escribir el último topic, los síntomas se recrudecieron notablemente por momentos y apareció en escena un dolor de cabeza importante que no había tenido hasta entonces. Ahora mismo no tengo ya síntomas físicos, excepto por la persistencia del cosquilleo, especialmente en las manos. No sé si luego, o mañana, volveré a tener otra recaída y volver a encontrarme mal como ayer. Ahora mismo estoy tranquila y más o menos bien. Incluso creo que las ganas de fumar se han reducido bastante, en general. Si ahora mismo tuviera un cigarrillo delante de mí, a lo mejor no lo fumaría, no lo sé. Lo cual es muy importante, creo que es la primera vez que ocurre esto. Los niveles de concentración vuelven poco a poco a ser normales; a lo largo del día de hoy he empezado a poder hacer cosas con normalidad, incluso cosas que requieren una concentración importante. 

Mañana cuando vaya al campus (y tenga tan a mano la posibilidad de comprar tabaco) ya veremos lo que ocurre. Es lo que más miedo me da. A mi favor juega el hecho de que en mi entorno inmediato no fuma nadie. 

La otra vez que pasé por esto, los síntomas físicos realmente duraron esto, tres o cuatro días, quizás algo más. Sin embargo he leído que el mono físico puede prolongarse hasta tres meses... ¿será esto cierto? Porque si es así, me muero... me resultaría insoportable pasar tres meses como estos dos últimos días... Creo que tengo que aprender a desmitificar completamente la dependencia del tabaco y dejarme guiar por mis sensaciones personales sin ideas preconcebidas y restándoles toda la importancia posible, porque si no, nunca dejaré de fumar. El hecho de creer que se va a pasar tan mal es uno de los motivos más importantes a la hora de no querer dejarlo. A mí me ayudó mucho comprobar como, la vez pasada, después de dos días horrorosos, pero horrorosos (más horrorosos que esta vez, incluso), al final lo llevé mucho mejor de lo que yo pensaba. Aunque, más allá del sufrimiento puntual de los primeros días, el deseo de fumar no desaparece hasta mucho después, y la mente trata de engañarte continuamente, de seducirte haciéndote creer que "ya lo has superado y que por fumar uno, no pasa nada..." Eso es lo que me hizo recaer a mí después de varias semanas sin fumar... Es un proceso largo y duro. Veremos qué tal esta vez.  

Nota: lo que olía ayer no era la cena de mis vecinos de arriba, sino de mis vecinos de al lado... tengo vecinos nuevos. Son asiáticos, hablan muchísimo... ¡¡y en la escalera!! no sé con quién o por qué. O será que tienen la puerta abierta gran parte del día... Cocinan a todas horas y esto empieza a oler a restaurante oriental. Agradezco muchísimo la compañía que me prestan, parece que la escalera se hubiera llenado de vida. 

Nota 2: hoy puedo decir que la primavera ha llegado a Urbana... hace un día precioso!! Eso me ayuda bastante a mantener el ánimo en mi calvario particular sin nicotina.

Nota 3: creo que finalmente sobreviviré a la crisis del papel higiénico sin recurrir a la versión escrita de ningún programa electoral. He recopilado dos paquetes de kleenex y, afortunadamente, me he acordado de que en mi bolsa de viaje de mano tenía un paquete, lleno y olosoro, de toallitas íntimas Carefree... creo que con esto estoy definitivamente salvada hasta mañana.

sábado, 5 de abril de 2008

Diario de una fumadora en un naufragio (II)


Más de 60 horas sin fumar.

Me he echado una breve siesta. Pensaba que no me iba a dormir, pero ha sido muy reparadora. Me he despertado con la sensación de haber engordado 30 kilos en dos horas y con una idea fija: tabaco. Me he examinado cuidadosamente en el espejo... creo que no han sido 30 kilos. Me frustra no tener una báscula aquí. En fin, creo que no es nada que no tenga arreglo, después de todo. Ya me ocuparé de eso el lunes o el martes, cuando pueda pensar (si Dios quiere), en otra cosa que no sean los cigarrillos. Porque lo más grave del caso es que ahora mismo, en el fondo, "me importa un bledo" si han sido 30 kilos o 300 gramos... Me siento como mejor, extrañamente mejor, aunque con el pensamiento fijo del tabaco todavía en mente. Hay momentos en los que me sorprendo a mí misma diciendo, sin pensar, "ahora a fumar", y entonces me doy cuenta de que no tengo tabaco, es algo instantáneo, un movimiento reflejo e instintivo para buscar el paquete de tabaco inexistente... hasta que me doy cuenta de la dura realidad... esos momentos son los más durillos.

Sensaciones curiosas: el cosquilleo ha disminuido levemente. Las naúseas parecen haber desaparecido. La ansiedad de fondo parece haberse mitigado. El deseo de fumar, no, ni disminuye, ni se va. Es curioso, el deseo de fumar apenas languidece, pero estoy un poco más tranquila, y con menos síntomas de abstinencia física... aunque persiste una ligera debilidad muscular en brazos y piernas. También se ha mitigado la sensación de euforia, pero me siento "limpia", física y espiritualmente "limpia", por llevar "tanto tiempo" sin fumar.

Estoy muy atenta a las nuevas percepciones físicas, que ocupan mi atención y me maravillan: la comida tiene sabores o, mejor dicho, matices en el sabor que no recordaba, la casa tiene olores que no había percibido hasta ahora... ¡increíble!  Me siento como una mutante desarrollando nuevos y desconocidos superpoderes. Mi cuerpo se siente extrañamente ajeno a mí, empieza a ir por su cuenta y yo por la mía.
Puedo oler la cena del vecino de arriba, nunca la había olido hasta ahora. Y me recuerda a España, porque son olores extrañamente conocidos, de vecindario de barrio, de vecindario de pueblo... Me hace sentir muy bien esta asociación insólita aquí en pleno desierto espiritual americano. Me pongo "los Chunguitos" y "Concha Piquer" para aumentar la asociación con mi España de mis amores, y me siento todavía mejor.

Como me siento culpable por las cuatro cookies comidas en dos días, me como otra para superar el estrés producido por la culpabilidad. Está riquísima, muchísimo más que sus predecesoras. Tengo un momento de éxtasis. Emergencia... ya sólo me queda una cookie. Paradójicamente, ha desaparecido el sentimiento de culpa a la vez que ha disminuido ligeramente la necesidad compulsiva de comer o beber cosas dulces para superar la ansiedad producida por la ausencia de tabaco. Pero sigo queriendo fumar...

Me examino atentamente de nuevo en el espejo, para descubrir otros posibles cambios físicos... otras posibles mutaciones apreciables a simple vista... vivir sin tabaco tiene que notarse, me deberían salir "cosas", no sé, aunque sólo sea del estrés. Pero sólo noto que, a pesar del sueño atrasado y de que no me estoy cuidando nada, pero nada, nada, estos últimos días (muy mal), tengo más o menos buen aspecto, de hecho creo que ha desaparecido el tinte entre gris y amarillento que parecía tener ayer. 

Alarma roja: apenas me queda papel higiénico... sé que si salgo a comprar ahora, compro tabaco, lo sé. Así que tengo una seria contingencia. Tendría que haber previsto esto, por supuesto. Se me ocurren algunos panfletos de diversos autores y diversa procedencia que me gustaría tener a mano para superar esta macabra crisis higiénica...

Ahora suena en el iTunes "Smoke in the water"; también es mala leche. 

Diario de una fumadora en un naufragio

Os lo tengo que contar. Os lo tengo que contar, porque estoy como electrizada ahora mismo y nerviosa y sólo pienso en una cosa y todo esto se me sale por los dedos, y os lo tengo que contar. 



Desahogo blogístico imperioso número dos: llevo más de 48 horas sin fumar (sólo había conseguido esta proeza digna de una diosa o de un ser sobrehumano, una vez anteriormente en toda mi vida). Me sorprende, de nuevo, lo "fácil" que me resulta, incluso más fácil que la vez anterior. Y lo que más me sorprende de todo es que, con lo relativamente fácil que me está resultando hasta ahora, no lo soporto por más tiempo. No sé cómo explicarlo, pero es así. No lo soporto, y de hecho voy a fumar, voy a fumar, sólo tengo que ir a comprar el tabaco, nada más que eso. Sólo eso me separa del placer absoluto. Qué fácil, ¿no? No lo soporto más, y por eso tenía que contároslo. No existe sufrimiento extremo, no siento dolor objetivo... pero no lo soporto.


Desde hace 48 horas que me encerré en mi casa, con cuatro litros de coca-cola light, seis cookies de chocolate, un brownie pequeñito, mucha supuesta paciencia, bastante incertidumbre (no tenía ni idea de cómo lo iba a llevar), un montón de pensamientos positivos y mucha resolución un tanto temerosa, porque me conozco demasiado bien, y ni un solo cigarrillo en casa. Fue algo apenas premeditado. De hecho creo que si lo pienso mucho, no lo hago. 


Si hubiera podido tirar las llaves de casa por el retrete lo hubiera hecho (o pedirle a alguien de confianza que me encerrase por fuera y no me abriese la puerta, aunque intentara yo echarla abajo, como Ulises cuando ordena que le aten al mástil de su barco para escapar al canto de las sirenas), pero no puedo encerrarme ni atarme yo sola, claro. Aquí solita, con trabajo para hacer hasta que la concentración me lo permita (que ya va siendo que no), el Mac, bastantes revistas, los libros que había comprado hasta ahora, zumo de naranja, coca-cola light y las galletas de chocolate de 5.000.000.000 calorías each, dispuesta a pasar encerrada (en el mejor de los casos), y a solas, todo el fin de semana largo, cuatro días terribles de expulsión de la nicotina de mi organismo. Completamente aislada del mundo exterior, excepto por la (bendita) conexión a Internet. Y, por supuesto, un diario donde voy apuntando todos los síntomas.


Tanto ayer como anteayer la cosa estaba extrañamente bien, como os digo. Con ciertos síntomas de abstinencia física, y algo de ansiedad de fondo, pero muy bien (alucinante para el nivel de adicción que tengo). Animada en general, incluso más animada anímicamente que los días previos, con buenos niveles de concentración en el trabajo y en la lectura, excepto momentos aislados, y con bastante tranquilidad, tanto interna como externa. Todos mis pensamientos de control del deseo han venido funcionando correctamente, y hasta me mantuvieron casi perfectamente sosegada, con malestar interno en aumento, más o menos ligero aunque de mayor o menor grado dependiendo del momento, pero tranquila casi todo el tiempo; porque sé que el primer cigarrillo durante todas estas horas hubiera sido simplemente brutal, mejor que el mejor chute de todos los tiempos, pero también sé que después de ese cigarrillo sólo queda la decepción de todos los demás cigarrillos insulsos que siguen al primero y que me provocan más asco y compulsión que otra cosa. Me aferro a esta idea para sortear el abismo del terrible placer que supondría fumar en estos momentos... Ese placer.. el placer del primer cigarro después de muchas horas de abstinencia es el mayor refuerzo que podría obtener ahora mismo para la conducta adictiva, y la mayor tentación a evitar, más que el fumar en sí mismo.


Bueno, todo muy bien hasta ahora, hasta las últimas tres o cuatro horas, aunque ayer después de las 24 primeras horas sin fumar, ya empezaron a acentuarse los síntomas físicos (cosquilleos, hormigueos especialmente en las manos y antebrazos, y una ligera euforia entremezclada con la ansiedad de fondo), y las galletas empezaron a caer una detrás de otra.. sin hambre, pero sin poder ni querer evitarlo. Estaban programadas para los cuatro días... y de las seis sólo me quedan ya dos!! :( Y también ha caído el brownie. Aunque creo que de momento no me cabe más chocolate, tengo un extraño hartazgo. Por supuesto, el ganar peso no es negociable, las seis galletas y el brownie son una excepción absoluta para estos cuatro días en estado de emergencia.  


Esta mañana los síntomas físicos son más pronunciados, incluso con ligeras naúseas en algún momento. El nerviosismo, controlado, pero va en aumento. Es un nerviosismo más interno que externo, no sé cómo explicarlo, aunque poco a poco se me va notando en el exterior también. Me cuesta bastante más mantener la concentración, de hecho me es casi imposible estudiar esta mañana, e intento concentrarme con otras cosas, aunque todavía mantengo la calma suficiente como para poder leer un artículo ligero o escribir esto. Leer durante mucho rato, estar quieta durante mucho rato me perturba. Cosquilleo de extremidades, en aumento también; tengo que frotarme y tocarme  las manos sin parar, y el cosquilleo se extiende al pecho, los hombros y la espalda, y bueno, a otros sitios en general. Empiezo a frotarme los antebrazos también, y las pantorrillas. Empiezo a mover los pies con nerviosismo. Empiezo a entrar en "estado de fallo", que diría Emile Ajar. Y lo peor de todo, los pensamientos positivos y racionales dejan de tener efecto por completo, la seducción irracional de mi mente estúpida se impone a mi voluntad. La bestia toma el control :) por eso creo que esta mañana, queridos amigos, aunque no he sucumbido todavía porque no he fumado (no he salido de casa, no he podido, por lo tanto, fumar), algo me dice que ya he sucumbido interiormente. 


Ya he perdido. Lo sé. Sabes, antes de hacer algo, internamente "sabes" que lo vas a hacer. Bueno, pues ahora mismo en lo único que pienso es en salir ahí fuera, coger ese autobús que me lleve al campus, ir a la tienda de siempre y pedir un paquete de Camel, sí, probablemente Camel, salir de la tienda, quitar el papel celofán... lentamente aunque esté dominada por la ansiedad... y sacar un cigarrillo, aunque si pudiera me fumaría tres a la vez (buscar un sitio para sentarme, quizás, porque del mareo que sé que sobrevendrá, me podría caer), y encendérmelo "tranquilamente" mientras siento como el humo maravilloso entra en mis pulmones, me recorre por entero de arriba a abajo, y generosamente me da lo que quiero, me hace llegar a un éxtasis profundo, para salir por mis fosas nasales...  Una y otra vez... durante unos cinco-diez minutos. Por supuesto, ni que decir tiene, sé perfectamente que si en estas últimas tres o cuatro horas hubiera habido un cigarrillo en casa, qué digo un cigarrillo, una colilla mojada con agua de alcantarilla (sí, así de triste es la adicción), hubiera fumado hace rato, y hubiera fumado además con placer, con gusto, revolcándome en la derrota con pasión, entregándome a ella, vamos, sin remordimiento alguno, disfrutando como una loca. Hay que ver, no se puede ser más tonta, no se puede ser más esclava ni más ignorante.


¿Y luego después de comprar ese paquete en el campus, después de fumarme ese cigarrillo, qué? Luego, por supuesto, la sensación de fracaso... pero el placer de poder fumar otra vez, cuando quiera, cuanto quiera, todo el día, día y noche, fumar las 24 horas... ahora mismo sólo puedo pensar en eso. Fumar. Fumar. Fumar. Fumar. Fumar. Qué placer es fumar (no, me engaño a mí misma y lo sé, no me reporta realmente auténtico placer el fumar, no en la forma compulsiva que lo hago, que lo hace cualquier adicto, sólo hay realmente un par de buenos cigarrillos al día, quizás tres, a veces ni siquiera eso, pero ahora mismo sólo pienso en el placer de fumar, en el placer de fumar, en el placer de fumar. En el placer de ese primer cigarrillo)


Apenas he dormido esta noche, pero no tengo sueño. Estoy en un extraño estado de alerta. Tengo bastante sed aunque estoy intentando beber bastante agua y zumo, y prescindir hasta donde puedo de la coca-cola, cuyo sabor asocio inmediatamente con el tabaco, y eso me hace desear fumar todavía más, aunque por contra, es un ligero sustituto, claro, igual que la comida (que necesito para calmar la ansiedad, pero que también asocio al tabaco y me genera mayores ganas de fumar). En la última media hora la sed está dando paso a una salivación exagerada. La sensación en la boca es extraña, como de una agradable insatisfacción. Hay estados contradictorios, se hecho: en algunos momentos, por encima de la ansiedad de fondo, se impone un extraño estado de euforia, que nace en el pecho y se extiende hasta las extremidades, y que me hace reír con facilidad ante un ligero estímulo. Estoy, como digo, ligeramente "electrizada", a medio camino entre la ansiedad profunda y la felicidad exaltada. Se impone la sensación de fracaso ahora mismo, aunque por momentos también hay una cierta sensación de triunfo (de momento y hasta que no se diga lo contrario, sigo en la brecha, al fin y al cabo) y de aguante doloroso pero victorioso del corredor de fondo que todavía está a mitad del maratón.


Me siento naúfraga en una isla solitaria rodeada de tiburones a los que estoy deseando lanzarme. Y como esperando que pase algo, no sé muy bien el qué... quizás esperando un rescate que, en mi caso, sé que no llegará. El único rescate posible, y es lo que espero, supongo, es que pase el tiempo, que pasen estos pocos días cuanto antes; ése es mi pasaporte de salida de este naufragio semi-controlado. Esperar que pase el deseo intenso, sordo, esperar que pase la ansiedad. No sé si lo conseguiré. Creo que, de hecho, ya he perdido. No lo he conseguido, se acabó, quiero fumar, dadme un cigarro por favor. Se acabó.
No sé qué es lo que me retiene aquí, por qué no salgo a comprar ese cigarrillo, si ya me he dejado vencer internamente. No lo sé. ¿Será que en el fondo todavía pienso que si me quedo aquí y aguanto un poco más, podré vencer, aunque sólo sea temporalmente? Qué ilusa. Ahora sé que está todo perdido. Ese cigarrillo ahí fuera, de alguna forma, vendrá a por mí tarde o temprano. Si no me entrego hoy, será quizás mañana. O si no, pasado. Pero no hay victoria, la rendición está dentro de mí. 


Os seguiré contando cómo va la cosa en este barco a la deriva, cuyo único tripulante soy yo, intentando atarse al mástil en medio de la tormenta, pero sin conseguirlo, y el canto de sirenas me llega nítido y maravilloso, y los tiburones merodeando, y el vampiro en la bodega del barco, como en Drácula... Os relataré exactamente cómo fue el momento preciso de la rendición, de la entrega brutal, cuando se produzca, que se producirá.

 
Los mareos se acentúan, por cierto, y las naúseas, tengo que dejar de escribir. Me voy a duchar, a ver si se me pasan los cosquilleos en la piel. Aunque por supuesto sé de antemano que no se irán, y que de hecho van a ir a más. Son los colmillos de los tiburones rozándome la piel..


(¿Se puede vivir todo el resto de una vida sin fumar? Me parece imposible ahora mismo, inalcanzable, de hecho me pregunto cómo pude sobrevivir la primera mitad de mi vida sin coger un cigarrillo, me pregunto cómo podéis vivir vosotros que no fumáis, me pregunto cómo pueden vivir los niños y los perros y los árboles sin fumar. Ojalá yo pudiera fumar sólo de vez en cuando, ojalá)

Al borde de un ataque


Al borde de un ataque me he puesto cuando he leído que ayer se reestrena en Madrid la mítica obra de Almodóvar, una de sus enseñas más características, por no decir quizás la que más, una de las más grandes películas de este hombre, "Mujeres al borde de un ataque de nervios". Aunque quizás no sea la película de Almodóvar que yo elegiría, si tuviera que elegir una para volver a verla en pantalla grande, no hace falta decir que me encantaría estar allí para poder ir a su reestreno, pero claro, no puedo.
 
Id a verla vosotros que podéis, algún día se le dará el lugar que merece, mucho más allá de las modas que nos aquejan, os lo digo yo. Merece la pena verla en cine, como toda joya cinematográfica, y teniendo en cuenta que es, ante todo y sobre todo, una grandísima película de humor. Un humor manchego y surrealista que es de lo mejorcito de España. 

Esta película quizás podría resumirse en la famosa cita, que no recuerdo ahora mismo de quién es, "la historia de las mujeres es siempre una historia de hombres". Yo diría que la historia de las mujeres es la historia de casi siempre: hombres poco entregados y poco maduros que rehuyen el compromiso, pero sin renunciar a querer sentirse el centro de atención en la vida de las mujeres (si son varias, mejor), y por otro lado, mujeres que se vuelven neuróticas de tanto sentirse manipuladas, menospreciadas y perseguidoras. Y que en las manos de Almodóvar se lleva al extremo histriónico que caracteriza a todos sus alocados, turbulentos e imperfectos, pero muy humanos y muy sentimentales personajes. Almodóvar es puro sentimiento, puro sentimiento amoroso y pasional, ese es el único móvil de toda su obra, y no le hace falta más. Podría ser suya la perturbadora frase de Buñuel, "Todo deseo tiene un objeto. Y ese objeto es siempre oscuro". 

Uno de los muchos aciertos de la obra: "esconder" al gran protagonista masculino, el gran motor de toda la historia, omnipresente a través de los pensamientos y la intención de las protagonistas, pero cuya presencia física se nos oculta, como él mismo, que se aleja y que se borra de la vida de su amante y de su esposa.  Y, más allá de los diálogos y de la estética tan típica y estupendamente almodovarianos, por supuesto también es de destacar por encima de casi cualquier otro elemento el trabajo de todos y cada uno de los actores, desde las actrices principales, Carmen Maura y Kity Manver, hasta los secundarios y terciarios y cuaternarios... que están enormes, Loles León, Chus Lampreave, María Barranco, Antonio Banderas (extraordinario), Rossy de Palma, Guillermo Montesinos, Fernando Guillén... Que, sin quitarles mérito alguno a ninguno de ellos, yo es que creo que bajo la dirección de Almodóvar los actores destacan especialmente. Como si este hombre consiguiera sacar lo mejor de ellos. Será ese toque de surrealismo que mezcla naturalidad e histrionismo con la más perfecta "pose" hollywoodiense, pose que ningún otro director español logra con esa desenvoltura, con esa profundidad y con ese sentido estético y humorístico, sin caer en ningún momento en el ridículo o en lo pretencioso, y todo ello encajando todos estos elementos a la perfección como un malabarista genial. Será. 

Y con una evolución hacia un cine cada vez más refinado, sin perder nunca el humor y el surrealismo, lo cual yo personalmente, y aunque su primera etapa me encanta de pura loca que es, le agradezco enormemente. Ahora mismo, hoy, si tuviera que quedarme con una peli de Almodóvar, creo que me quedaría con Tacones Lejanos. Y después, con La flor de mi secreto. Aunque hay tantas, es que son todas buenísimas... desde Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón, hasta Kika, pasando por Qué he hecho yo para mercer ésto, La ley del deseoLaberinto de Pasiones, Átame... Eso sí, hasta Carne Trémula, película que, por mí, se puede tirar a la basura directamente. A partir de ahí, creo que su obra se vuelve irregular y mucho menos suya, como si tratase de agradar a alguien, o esa es la impresión que me da. Las actrices que elige, empezando por la Penélope esta, o por la argentina rubia, que no me acuerdo cómo se llama, tampoco me parecen adecuadas, creo que se obstina en equivocarse. Y no por nada, es que este tipo de actrices no van con él. Aunque es cierto que no existen otra Carmen Maura, otra Victoria Abril, otra Marisa Paredes, otra Chus Lampreave, otra Kity Manver, otra Rossy de Palma, otra Loles León, otra Verónica Forqué, etc., etc., etc. Esperemos que su próxima película, en la que parece que quiere volver a rodearse de algunas de sus antiguas actrices, sea un reencuentro con la etapa más brillante de su carrera. Yo así lo espero.

Por cierto, que en el círculo de Cangellaris esta película que se reestrena ahora en España, y que cumple precisamente 20 años, está considerada como una genialidad... Almodóvar fue uno de nuestros temas de conversación en aquella primera cena en casa de mi jefe. Y yo me preguntaba atónita (aunque todos sabemos que Pedro Almodóvar hace mucho que trascendió nuestras fronteras), pero no puedo dejar de preguntarme qué puede ver un yanki en el surrealismo y el costumbrismo manchego/madrileño de Almodóvar... Lo de Cangellaris, que al fin y al cabo es griego, el hombre, bueno, a lo mejor hasta se puede comprender, pero ¿los demás 'snobs'? Será verdad aquello de que "el arte" realmente no tiene fronteras, y mucho menos los sentimientos... ¿? Aunque en esto, como en todo, influyen muchísimo las modas, a las cuales hay que intentar ser lo más permeable posible. Claro que seguramente, y por otro lado, un neoyorquino se preguntará qué puede verle un europeo a ciertas (grandes también) películas de de Woody Allen... aunque no es lo mismo, porque es mucho más personal el de la Mancha (a parte de ser cien veces mejor cineasta, mejor contador de historias y mejor todo, desde mi punto de vista, el español que el americano, en general; a lo mejor por eso consigue transmitir tan bien a pesar de su personalísima forma de entender el cine) Y es que, si Woody Allen es genial a veces, Almodóvar es un genio. 

jueves, 3 de abril de 2008

Madrid, Madrid, Madrid


Si alguno de vosotros está pensando en la peregrina idea de venirse a vivir a Urbana-Champaign, o Champaign-Urbana, Illinois, USA, por favor, locos, no lo hagáis. Huid ahora que estáis a tiempo. 

Las ligeras simpatías que generé por esta ciudad nada más llegar están cambiando muy mucho con el transcurso de los días, y esto es paradójico, ahora que llega el buen tiempo y la ciudad está más bonita que nunca. Pues no, resulta que esto es deprimente. Espero que sea una breve etapa y se me pase rápido, como intuyo. O que venga de verdad un tornado, o un ciclón, y me lleve al País de Oz, como a Dorothy, y vaya a pedir mis deseos al Gran Mago y encuentre mis zapatos rojos que me devuelvan de vuelta a mí misma. Quisiera llevarme a Cangellaris puesto, es lo único que quisiera llevarme a Madrid de aquí, pero me temo que eso no es posible. Por todo lo demás, creo que cuando regrese a España voy a besar el suelo de Barajas, como el Papa, y si no, ya lo veréis, hasta una foto me hago y os la enseño. Hasta al taxista que me toque le voy a pegar un beso que lo va a flipar. Lo va a flipar. 

Lo que pienso por las noches cuando me acuesto... que no quiero morirme aquí. Por favor, Dios mío, no dejes que muera aquí. Si me pasa algo, que no sea aquí.  No sé por qué tengo desde hace unos días este tipo de pensamientos extraños, pero eso es lo que pienso cuando me acuesto.

Si me pierdo alguna vez, no me busquéis en esta ciudad, no, no, no... A ser posible en el Norte siempre, siempre de Madrid hacia arriba, pero no en el Medio Oeste americano. Esto es gris. Aún siendo verde, es completamente gris. Si existe el trasero del mundo, es éste, esto está muerto y la gente es muy amable pero no calienta, y no me extraña que a algunos se les vaya la cabeza y empiecen a pegar tiros por ahí y no sé a quién se le ha ocurrido la genial idea de venir a poner una Universidad tan prestigiosa en una ciudad así, en medio de la nada, y tendríais que ver cómo es el resto de esta zona del país, ya os contaré de mi visita a Indianápolis, esto, Urbana, es el paraíso comparado con todo lo demás; el Medio Oeste es una zona sin encanto alguno, sórdida y sin vida. Y yo, que estoy dispuesta a ver el encanto a casi todo, hasta a mi cutre-apartamento, y amoldarme a todo, llegan días como hoy que no me da la gana, no me da la gana porque no quiero y porque ya es hora de que alguien diga que Illinois es horrible, alto y claro, y que se entere el mundo entero. 

Madrid, Madrid, Madrid,
pedazo de la España en que nací...
por algo te hizo Dios
la cuna del requiebro y del chotís.
Madrid, Madrid, Madrid,
¡en Urbana se piensa mucho en ti!...
por tus verbenas, por tantas cosas buenas
que tenemos en Madrid...

Echo de menos hasta sus zonas hostiles, que creo que ya no serán hostiles nunca. 

Bueno, dicho lo cual, se acabaron las quejas: prepárate Urbana, que aquí estoy. Porque ya se sabe aquello de que si no puedes con el enemigo, únete a él. Y no me arrepiento de haber venido, y no me voy a arrepentir... aunque a veces se haga un poco duro. Y no puedo quejarme, ni debería hacerlo, pero bueno, dicen que un blog está para desahogarse. 

miércoles, 26 de marzo de 2008

Segundo impacto: síndrome Neville




Portada del libro "I am legend" que compré a mi llegada aquí. En este libro está basada la película homónima que ha estado en cartelera en nuestros cines hace pocos meses

Robert Neville es el protagonista del libro de ciencia ficción-terror "I am legend" (Soy leyenda), escrito por Richard Matheson en 1954. Como había visto la peli poco antes de venirme, cuando vi el libro en el Illini Bookstore a los dos días de llegar aquí, y a muy bajo precio en edición de bolsillo, lo compré inmediatamente entre varios otros, pensando que sería una buena forma de entretenerme durante las primeras noches en mi casa (no podía hacer otra cosa a parte de leer, prácticamente) y una buena manera de aprender vocabulario con un libro ameno y de fácil lectura, como así fue. Pero cuando empecé a leer el libro, salvando las tremendas distancias, claro, no pude dejar de advertir el cierto curioso paralelismo que existía entre la vida del protagonista, condenado a encerrarse en su casa durante la noche por estar rodeado de “vampiros” (el el libro los llaman así sin complejos, aunque en la peli no los nombran directamente), y llevando una vida totalmente solitaria de día. Por eso diré que durante mi primera semana de estar aquí, o durante casi las dos primeras semanas, desarrollé lo que voy a llamar “síndrome Neville”, aunque él tenía sus propios inmejorables motivos para recluirse en su casa de noche y pasar miedo, y yo no tanto. El síndrome desapareció poco a poco y desde hace más de un mes que puedo decir que la fobia a la noche y a la soledad y a los asesinos de Urbana ha desaparecido por completo, y ahora me muevo de noche como pez en el agua por los lugares conocidos (conocidos, eso sí), y puedo llegar a casa de la Universidad a las tantas de la mañana, o salir de mi apartamento una vez ha oscurecido sin mucho problema. Estoy inmunizada contra todo ya.


Pero los primeros días fueron muy diferentes. Todo mi ánimo se concentraba en llegar a mi casa lo antes posible, antes de la puesta de sol a ser posible (lo cual era muy difícil, pero lo intentaba), como si estuviera perseguida literalmente por criaturas de la noche, encerrarme en ella a cal y canto sin atreverme a poner un pie fuera así llegara el Apocalipsis, y empezar a temblar en mi fácilmente asaltable apartamento durante toda la noche esperando a que llegase la mañana siguiente, como quien espera que pase una pesadilla. Y al día siguiente, volver a una ciudad vacía de gente, compartiendo con ellos, los invisibles, mi tremenda soledad. Comprendía demasiado bien a Neville mientras leía el libro, aunque salvando las distancias, insisto, claro.



La puerta de mi apartamento me transmite la misma confianza que un trozo de corcho


Esta pequeña neurosis, que os exagero un poquito para darle más vidilla al asunto, se debe básicamente a tres circunstancias: primero, el desonocimiento y lo mitificada que tengo la peligrosidad de los States, junto con mi consciencia permanente de que los asesinos en serie existen, aunque haya más probabilidades de ser muerta por un rayo que tropezarme con uno de ellos (aunque esta semana he leído precisamente que se calcula que el 80% de asesinos seriales se concentra en los Estados Unidos, y que se estima que puede haber más de 50 en activo ahora mismo). Segundo, la absoluta, radical, increíble, inconcebible para mí, soledad de las calles de estas ciudades, y en concreto de esta en la que vivo, que fue lo que primero y más radicalmente me impactó cuando llegué aquí, ya desde el autobús y desde el taxi. A cualquier hora del día y, especialmente, por la noche, claro, todo, casi cualquier parte de la ciudad está totalmente vacía. Aquí la gente no camina, esa es una realidad como un templo, todo el mundo va de su casa al coche y del coche a donde tenga que ir. Sólo en el centro del campus, donde trabajo, los estudiantes lo llenan con su presencia, al menos en las calles principales que rodean al Illini Union (aunque me han dicho que a partir de Mayo que terminan las clases, el campus se queda desierto como todo lo demás. Ya lo he comprobado esta Semana Santa) En el resto de la ciudad, incluida la zona en la que vivo, nada, cero, no hay nadie ¿Vuelan? ¿Se esconden de mí? ¿Cómo lo hacen, cómo lo logran? Lo ignoro, pero es un hecho que no hay nadie. Y, tercero y último, la otra circunstancia que me hizo también ponerme alerta o alimentar mis propias aprensiones fueron las advertencias de seguridad que desde que llegué aquí vengo recibiendo desde la prensa local, desde las páginas de información general que me han ido dando en distintos sitios (la gerencia del vecindario, el consulado...), y desde los mensajes de mis propios compañeros y de la gente con la que hablo. “Esta es una ciudad segura, pero... no camines sola por la calle, ¡¡¡por supuesto!!!, y de noche ya ni hablemos, no se te ocurra salir de noche a solas, no lleves los cascos puestos cuando vayas por la calle, cierra cuidadosamente puertas y ventanas, ve atenta a cualquier movimiento sospechoso, hay zonas de la ciudad por las que no puedes transitar bajo ninguna circunstancia (literal, me lo han dicho varias personas... he visto esas zonas desde el coche... son tétricas. Aquí, aún siendo una ciudad tan pequeña y aparentemente tan próspera, también existe la marginación y la gente no pisa esas zonas ni loca), estate atenta a los puestos de emergencia, repartidos por toda la ciudad, sobre todo en las paradas de los autobuses, para llamar a la policía si sucede algo o si alguien te molesta, no hables con ningún extraño que te de mala espina, y, sobre todo, sobre todo, ante cualquier mínima circunstancia que te haga sospechar de alguien, por muy tonta que te parezca tu aprensión, llama a la policía inmediatamente, no lo dudes... si algo parece ir mal, irá mal”. Esos son los mensajes que te transmiten constantemente. La policía es curiosa... si haces una llamada y no respondes, a los cinco minutos tienes un coche patrulla en tu casa para ver si todo está bien. Eso es eficiencia. Y no como en España, que te piden el D.N.I. mientras te degüellan (me acuerdo de la escena de “El día de la bestia” y me mondo, con esa Terele Pávez tremenda llamando a la policía por teléfono) Claro, que no es lo mismo Madrid que esto, obviamente. Aquello es como diez mil veces más grande. Por la noche, a lo lejos oigo todas las noches varias veces el ulular de las sirenas que pasan cerca de mi barrio en medio del silencio. Eso junto con el tétrico y nostálgico silbido del tren, que debe haber unas vías por aquí cerca y que todas las noches me hace pensar en viajes, en sitios llenos de vida, sitios lejanos a éste... y, por asociación de ideas, en Madrid.




Vista siempre, siempre, eternamente solitaria de Orchard Downs, desde mi habitación (las dos de arriba), y desde el comedor (abajo)

O sea, y volviendo al tema, hay delincuencia por aquí por más que los más acomodados digan que es una ciudad segura. Sí lo es, sobre todo si vives en tu casa blindada y no pisas la calle ni para sacar el coche de tu garaje... En el campus hay un servicio de alertas al que puedes suscribirte on-line (yo no lo he hecho, que conste, o sea, no estoy tan paranoica como parece), y que te avisan con un SMS a tu móvil de forma inmediata, o eso se supone, de cualquier situación de emergencia como, por ejemplo, “hay un tío loco pegando tiros por el campus” (como hace poco más de un mes en la Universidad del Norte de Illinois, que por cierto el tío, que se suicidó, vivía en esta ciudad y había sido alumno de mi Universidad... Y el año pasado en la Universidad de Virginia, donde un surcoreano mató a más de treinta personas a tiros...), o “se acerca un tornado, ve al sótano”, o “se acaba de denunciar una violación en el campus con un tío de estas características...” etc., etc., etc. Ciertamente, viven muy preocupados por la seguridad aquí. A todos los niveles. Se han dado dos casos de no sé qué tipo de meningitis contagiosa en el campus el mes pasado, y a los pocos días había cartelones por todas partes avisando de esto y aconsejándote que no bebieras ni comieras ni fumaras de ningún vaso, plato, cuchara o cigarrillo que hubiera baboseado antes otra persona. Y que si tenías tales y tales síntomas fueras inmediatamente al servicio médico... Bueno, este tipo de detalles se agradecen, ciertamente. Esto me recuerda a que en el aeropuerto de Chicago, a mi llegada, había cada cinco minutos mensajes por megafonía, en inglés y en español, advirtiendo que “se comunicase cualquier movimiento o persona sospechosa, y que no se tocase ningún bulto abandonado en ninún rincón del aeropuerto... que el nivel de alerta era amarillo...” Lo de los aeropuertos es ya de locura. Creo que los americanos, tan sistemáticos ellos, quieren rodearse a toda costa de la sensación de seguridad, y la mayor parte del tiempo lo logran, o se creen que es así. No soportan la vulnerabilidad o sentir que no tienen el control absoluto de las circunstancias o las situaciones. Yo soy un poco americana en ese sentido.


En fin, ese es el percal. Ese y que cuando llegué aquí había una violación al mes, o un intento de, en el campus (en el campus, o sea, en la zona más transitada...) Sexual assaults. Y los asaltantes, o alguno de ellos, todavía no han sido atrapados. A todo eso únele que, como digo, vivo rodeada de personas pero que no se manifiestan y por lo tanto parecen no existir porque miro por la ventana y no hay un alma nunca... Y, sobre todo, que mi casa es un bajo que puede ser muy fácilmente asaltado. Sólo hace falta que alguien se lo plantee. Veo en el periódico la reseña de asaltos a casas en Urbana-Champaign TODOS los días ¿Por qué los ladrones no vienen a Orchard Downs a robar, si lo estamos pidiendo a gritos? No lo sé. Yo si fuera ladrón, violador o asesino en serie, vendría aquí, a estos apartamentos. Claro que en las casa de los ricos hay muchas más cosas para robar que aquí (en mi casa, pobrecitos, cómo no me robasen el secador de pelo y las pantuflas... bueno, y ahora el portátil, eso sí es verdad. Que por cierto, el robo de portátiles es una de las aficiones preferidas por aquí. Eso y las consolas de videojuegos...) y, si lo que quieres es apuñalar a alguien sólo por el mero placer de apuñalarlo, la verdad, siempre sabe mejor descuartizar a un rico. Como contrapartida, los ricos suelen rodearse de mejores medidas de seguridad, son más difícilmente accesibles.






Hela aquí: la ducha de Psicosis

Bueno, afortunadamente ya he superado el síndrome Neville, aunque las primeras noches estaba atenta a todos los ruidos de mi apartamento, al más mínimo de ellos, que, por cierto, tiene muchísimos porque cruje por todas partes, y me sobresaltaba cada dos por tres. Cuando se pone en marcha la calefacción el apartamento entero tiembla. Al principio siempre había unos segundos de tensión iniciales, tremendos para mí, cuando empezaba a calentarse la caldera, en los que dudaba si era la caldera o si alguien estaba intentando echar la puerta abajo. Contenía un momento la respiración hasta que me daba cuenta de lo que era. No es broma, no sabéis los sustos que me he dado yo aquí en este pisito... Cuántos ruidos de origen indeterminado me han hecho mirar afuera, en la noche, para ver si alguien estaba merodeando por ahí, o mirar por la mirilla de la puerta para cerciorarme de que no había nadie en la escalera... Cuánto he echado de menos mi cuarto piso de Madrid con su puerta acorazada... La puerta de aquí es de risa, vamos. Me imagino al lobo del cuento de los tres cerditos diciendo “y soplaré y soplaré y la casa derribaré...” Para más inri, mis vecinos de arriba caminan con botas de acero de 25 kilos cada una. También al principio, cuando escuchaba sus tremendos ruidos, nunca sabía si eran las botas de acero de 50 kilos caminando arriba, o si un intruso había entrado ya directamente en mi apartamento y estaba caminando por mi propio living mientras derribaba con furia asesina los muebles a su paso. Son sonidos muy similares, tendríais que oírlo. Mis vecinos, con sus botas de acero de 50 kilos... o lo que quiera que se pongan para caminar por su casa, qué no sé qué demonios puede ser... qué simpáticos son. Se las ponen incluso para ir al baño en medio de la noche. Algunas noches les he oído con perfecta nitidez incluso atender con entusiasmo a sus deberes conyugales (son un matrimonio joven, creo). Muy divertido. No nos hemos visto nunca, pero somos íntimos ya. Como contrapartida, creo que les estoy introduciendo a pasos agigantados en la música y el folklore españoles... no sé si conocían a Rocío Jurado antes de que yo aterrizara aquí, pero casi os puedo garantizar que ahora sí la conocen. Les pongo coplas, también, “La bien pagá” es una de las que menos se quejan dando golpes en el suelo, o sea, creo que ésa les debe gustar. Se la pongo con frecuencia a todo volumen, para demostrarles mi sincero aprecio por su alegría en el andar y su desenfadada forma de cambiar los muebles de sitio todos los días, y como justa retribución al intercambio cultural tan particular que estamos teniendo ellos y yo. Al fin y al cabo, han contribuido enormemente a superar mis infundados temores y mi atención neurótica a los ruidos.


Total, que cuando me acostaba por las noches, mirando con aprensión por el resquicio de la ventana a ese solitario parque donde siempre parece que está a punto de cometerse un asesinato, sintiéndome tan vulnerable, en esos momentos en los que no hubiera salido afuera ni por todo el oro del mundo, (igual que Neville), sólo esperaba dormirme lo antes posible y rezaba para que llegara la mañana. Cuando amanecía y me despertaba viendo las primeras luces, daba gracias a Dios y a todos los santos por haber sobrevivido una noche más, con tanto vampiro-psicópata pululando toda la noche en torno a mi apartamento (nunca los vi, pero “sabía” que estaban ahí fuera), pudiendo entrar tan fácil en mi casa, y sin que, una noche más, hubieran logrado o pretendido hacerlo... Ahora ya no es así. Ahora ya se puede venir la casa abajo, que ni me inmuto. Alguna noche he oído voces fuera a muy altas horas, como de borrachos que llegan a las tantas... ni miré a ver quién era ni si traían hachas y sierras eléctricas en las manos para asesinarnos a todos los vecinos.


Me reconfortó enormemente saber que la coreana aquella a la que conocí el día de la ópera de Mozart, tenía exactamente las mismas inquietudes que yo (ella también vive en Orchard Downs, y en un bajo además), y nos reíamos las dos contándonos cómo estos americanos están locos, y el miedo que pasábamos mirando por la ventana por las noches, en medio de esta zona tan solitaria y oscura, sintiéndonos tan vulnerables...


Por todas partes hay advertencias de seguridad. Algunas, obvias. Esta es la ventana de mi dormitorio. En todas las ventanas reza el mismo consejo "for your safety".



Mr. Pita, éste es el cuchillo que me pediste que fotografiara y te lo enseñara cuando me lo comprase. Un cuchillo de cocina impresionante. De momento no he dormido con él debajo de la almohada, pero quizás todo se andará... Eso, por si se acerca Bosco por aquí una noche de estas... Mar, sé que jamás nunca verás estas páginas, pero, ¿te suena el estuche?

Lo peor, el peor momento de todo el día, durante esas semanas iniciales, era el camino de regreso de la parada de autobús donde me bajaba, hasta llegar a mi casa. Cinco minutos con la adrenalina por las nubes. Porque, claro, por más prisa que me diera por llegar a casa, nunca conseguía hacerlo siendo todavía de día (anochecía muy pronto). Así que cuando me bajaba del bus, a los tres sengundos me encontraba caminando completamente sola. Siempre se bajaban tres ó cuatro personas conmigo, pero parecían volatilizarse, porque a los tres segundos habían desaparecido. Será que el frío nos hacía a todos apretar el paso. No lo sé, pero esos momentos los vivía acojonada, atravesando ese parque completamente solitario en medio de la noche y espiando (me ponías las gafas y todo, porque si no, no veía un pijo, y menos siendo de noche) frenéticamente por si veía sombras o movimientos extraños a mi alrededor o en la lejanía. Y eso, el día que se volatilizaban mis acompañantes. Ha sido peor cuando he coincidido en mi camino con alguien (un negro muy feo, horriblemente feo, para más señas. Te lo encuentras en un callejón oscuro, y salís corriendo todos y cada uno de vosotros, os lo aseguro. Y no es porque sea negro, pobrecito mío, pero os juro que cuando le vi en el autobús pensé “no me lo puedo creer. Mis peores pesadillas hechas persona. Tengo pánico de ese hombre. Por favor, Dios mío, que no se baje en mi parada” Tendríais que haberle visto, no exagero ni un pelo. Por supuesto, por simple y elemental regla de Murphy, se bajó en mi parada. Mira que era difícil que se diera esa coincidencia. Y no sólo eso. Vive al lado de mi casa. O sea, hicimos el camino juntos, como el que dice. Un camino muy animado. Pobre hombre, creo que se dio cuenta del pánico en mi cara. Eché a correr, con la excusa de que llovía a cántaros ese día, al ver que una china empezaba a correr delante de mí, no me corté un pelo y corrí como alma que lleva el diablo, huyendo aparentemente de la lluvia, pero huía de ÉL (un temporal horroroso, no se me olvidará), y creo que él no echó a correr también por no asustarme. No sabéis lo muchísimo que se lo agradecí. El pobre. Se tenía que estar calando. Al día siguiente volvimos a coincidir... y esa vez no llovía, así que no eché a correr... visto que el día anterior no me había hecho nada, el pobre. Pero cuando vi que me seguía hasta la mismísima puerta de mi casa, pensé “esto es ya mucha casualidad, no puede ser... aquí muero. Aquí terminan mis días”. Y, curiosamente, no sentí miedo. Sólo dije “que sea lo que tenga que ser. Si se mete en el portal tras de mí y quiere acuchillarme, pues qué le vamos a hacer. Estoy harta de pasar miedo. Adiós, mundo cruel”. Pero no, resulta que vive en el portal de al lado y, de momento, me ha perdonado la vida. Hubo una semana que coincidí con él todos los días en el bus, y era pura casualidad, porque se montaba tres o cuatro paradas después de que me montase yo. Pero daba igual la hora a la que yo subiera, las 5, las 6, las 7 o las 8... siempre coincidía con él, y, aún creyéndole inofensivo como le creo, cada vez que le veía me recorría un escalofrío por la espalda y pensaba “pobrecito, una cara así te marca la existencia, seguro”. Me extraña que no le hayan contratado para una película de miedo, os juro que yo lo haría. Bueno, a partir de estas cosas creo me tranquilicé enormemente y ya no tengo más miedo.


No se puede vivir con miedo.





Mi espartano y cutre apartamento. Mi mesa de trabajo/estudio, en la habitación (fotos tomadas hace muuuchos tiempo, mucho antes de comprarme el portátil). La habitación con su horrible colcha y todo lo demás horrible. El pasillo, con el baño a la izquierda y la habitación a la derecha, y, abajo, el comedor que hace las veces de sala de estar, entrada y cocina, con la luz fantasmal de la tarde entrando por las ventanas

Cierto es que se nota mucho la diferencia de gente que pulula por el campus, por ejemplo, a partir de una determinada hora. Por el día todo son estudiantes sonrientes y ajetreados, luminosos en su juventud, pulcros, correctos... OK. Pero cuando se hace de noche empiezan a salir de no sé dónde criaturas pintorescas de todo tipo. No es que sean nada que no haya visto ya en mis 32 años de vida, por supuesto, pero no son estudiantes, de eso estoy segura, y al principio incluso pensaba que no encajaban demasiado en una ciudad de provincias como ésta, tan aparentemente pequeña y apacible (aunque mi imagen de la ciudad poco a poco va cambiando). Gente con malas pintas, o ligeramente bebidos, un tanto inquietantes, o que te miran de forma rara, con mirada huidiza o persistente. Personas que parecen estar buscando algo... Aunque de momento, la persona más extraña que se me ha acercado para hablar conmigo fue un hombre de mediana edad, que parecía ligeramente achispado, que me preguntó en la parada del autobús frente al curro que si tenía un cigarrillo (estábamos ambos rodeados de gente y no tuve sensación de peligro en ningún momento, claro) Le di uno de mil amores porque además me daba buen rollo, no sé por qué, y, para mi tremenda sorpresa y regocijo, porque todo lo surrealista me encanta, se sacó inmediatamente del bolsillo y me ofreció sonriente dos huevos duros (os lo juro) a cambio de mi cigarro. Me eché a reír y le dije que no era necesario. Tal vez la próxima vez, si tengo hambre.


Pues eso, lo dicho, que superado mi miedo y acostumbrada a todo esto con tanta rapidez durante las dos primeras semanas, y empezando a creer que es probable que sobreviva a los asesinos en serie y a los tornados y a todo lo demás, creo que no exagero si digo que me he convertido en auténtica leyenda... ;-)