El sol de Illinois

El sol de Illinois

viernes, 22 de febrero de 2008

Soledad, Orson Welles y Mozart en Urbana-Champaign


Un solitario árbol me saluda a la salida de casa
Sobrevive al invierno, como todos: desnudo, solo, pero no desarraigado


Como ya explicaré con detalle en otra entrada un poquito más adelante, la vida que llevo aquí es una vida extremadamente sencilla y espartana en todos sus aspectos. Desde el propio apartamento hasta la comida, pasando por los hábitos, la soledad, la ausencia de comunicación y el día a día. Hasta la ropa que llevo es sencilla y rutinaria (no pude traerme "mi ropa" conmigo, sólo lo esencial, y hasta esa pequeña y superflua renuncia me está gustando, lo creáis o no). Una vida "carente" de muchas cosas, si se me permite la banalidad de aplicar ese término a la existencia de alguien que tiene el privilegio de tener comida abundante y un techo bajo el que dormir, eso primero y esencial, siempre lo tengo muy presente en mi vida, sumado al enorme privilegio temporal, merecido o no, de estar becada para pasar seis meses en un país extranjero en una de las más prestigiosas universidades en mi área de trabajo. Todo eso es un lujo, tanto una cosa como la otra, pero lo cierto es que "carezco" de muchas cosas con respecto a mi vida normal. Y no tanto en lo material, que también, sin que me falte de nada esencial o básico, por supuesto, pero sin tener comodidad extra alguna -aunque eso no sea lo importante-, como en muchas cosas personales, casi espirituales, como la amistad y la comunicación inmediata, por ejemplo, por no hablar de otras circunstancias.

En fin, que, a parte de los privilegios antes mencionados, por los que doy gracias a Dios todos los días, aquí no tengo ni disfruto apenas nada excepto a mí misma, lo cual es mucho (lo cual lo es todo) y, por supuestísimo, a la gente que esta ahí al otro lado y que me quiere, lo cual ya me hace reventar de felicidad. Pero en mi realidad y entornos inmediatos, como es lógico para cualquiera en mis circunstancias, a veces echo de menos muchas pequeñas y grandes cosas, desde ciertas comodidades o lujos como el coche, por ejemplo (y el mono de conducir va en aumento), hasta mis enseres personales, enseres que llenaban mi espacio interior y también, de nuevo, mi espacio material o superficial, menos importante pero que hace un poco más bonita la vida, aunque no sé si debería ser así (libros, música, hasta la ropa, como digo; hasta la televisión, que aquí no tengo, ni quiero comprarme una), y, claro está, mis amigos, mi gente, mi familia (uno nunca sabe lo mucho que echará de menos a la familia hasta que está lejos...), mis compañeros de curro, mis salidas, mis entradas, mi cine, mis hábitos... mi ciudad, mi Madrid, con sus zonas hostiles y todo (hasta eso echo de menos porque aquí no las hay, mecachis, joer, y creo que no hay ciudad en el mundo que las tenga, hasta en eso es particular Madrid), pero con sus calles insomnes, sus rincones que tanto significado tienen para mí, su luz, sus lugares conocidos y entrañables, recurrentes, su belleza, su idioma, su gente... Gente, gente, gente, personas a las que añoro mucho, mucho, a alguna muy en especial, pero a muchas en general. Demasiadas ausencias. Y todo tan diferente a esto... Pienso mucho en todos vosotros.


Vista invernal y solitaria (como siempre) de Orchard Downs


Una existencia la que llevo aquí, en resumen, con pocas comodidades y renunciando a bastantes cosas (en parte porque yo quiero hacerlo, que conste, en parte porque las cosas son así y no queda más remedio y en parte porque me he trazado un esquema de vida que tiene que pasar por esto), sin llegar a ser incómoda o poco confortable en exceso, pero que a veces se hace, y de hecho lo es en muchos sentidos, un poquito árida. Sin embargo, esta vida me gusta bastante. A pesar de todos los pesares y a pesar de que estoy deseando que el tiempo pase deprisa y llegue el buen tiempo y, sobre todo, llegue el regreso (regreso, que bonita palabra), y a pesar de los momentos duros, que los hay a veces, a pesar de todo eso es cierto y es maravilloso haberlo descubierto, que me encanta la soledad y me encanta vivir sola, en el más amplio sentido de la palabra. Pero más que eso, es que me gusta de verdad la vida que llevo aquí, sencilla, ordenada, solitaria, tranquila, recogida en mí misma; y me "gusta" la ciudad, me cayó bien desde el primer momento; y me gustan mis hábitos y mis renuncias y mi trabajo y mi jefe y a ratos me gusta la sensación de estar conmigo misma y nada más. Será porque sé que esto sólo es transitorio. Aunque es una sensación ambivalente, estoy en general tranquila y en calma, y con ganas de hacer cosas aquí y de disfrutar mi estancia, me da igual que sea a solas o no. Pero espero poder llenar esa vida poco a poco con algo más que "trabajo-algo de lectura-pensar en muchas cosas-rutina doméstica", sin renunciar a la sencillez a la que me estoy acostumbrando. Llenarla con algunas actividades extra-laborales, llenarla incluso con gente quizás...


Cualquiera que me oiga pensará que en Madrid llevo una vida excitante, llena de actividades diferentes y hasta de lujos, y nada más lejos de la realidad. Pero desde luego, en las pequeñas (y en algunas grandes) cosas, el contraste con la vida que llevo aquí es bastante importante. Y lo que más radicalmente marca ese contraste, desde luego, es la "soledad". Esa es la piedra angular alrededor de la cual gira todo lo demás. Otra cosa que ha marcado considerablemente mi vida en Illinois en estas primeras semanas, hasta en los horarios, y, desde luego, en las actividades extra-laborales, es el frío, que impide hacer bastantes cosas, y el respeto a salir y manejarme yo sola de noche, cosa ésta última que estoy dejando atrás con una celeridad alarmante (quizás estoy bajando demasiado la guardia), y que está dando paso a una vida un poquitín más variada, con horarios más normales y con alguna salida esporádica en la última semana.



Video tomado a la salida del Everitt Lab, donde trabajo


Precisamente esa era una de las cosas que determinaba (y que aún determina) mi vida sencilla y rutinaria, el hecho de que aquí apenas salgo, por no decir que no salgo nunca, de momento, excepción hecha de las dos cenas que he tenido con Cangellaris (una de ellas relatada en una entrada de este blog, la otra al día siguiente de mi llegada aquí; cenas que, aunque al final resultaron momentos muy buenos, eran más por compromiso laboral que otra cosa), y excepción también hecha de lo que a continuación voy a contar. Como digo, esto es consecuencia en gran medida de que le estoy perdiendo el respeto o el miedo a la noche de Urbana-Champaign y a la soledad de sus calles. Y perdiendo más audazmente todavía el respeto al frío, también.


Mis primeras salidas en Urbana





El sábado pasado fui a ver Ciudadano Kane en el Virginia Theatre, un teatro de los años cuarenta que han remodelado y que aprovechan para, amén de otros espectáculos, poner un par de películas a la semana. Creo que aquí la oferta cinematográfica no es muy amplia, aunque todavía tengo que informarme detalladamente de todos los cines que hay en la ciudad. Sin embargo, cuando me enteré de que por 3 dólares echaban una reposición de Citizen Kane en el Virginia Theatre, película que nunca había visto y que se supone que es de visión obligada para cualquiera (aunque a mí lo de "lectura obligada", "visión obligada", etc., me parece muy elástico, porque no hay absolutamente nada que sea intocable, o no debería haberlo), pues me entraron unas ganas enormes de ir a verla. Un mes sin ir al cine, y poder ver Ciudadano Kane en versión original y en pantalla grande... creí que no habría mejor oportunidad de inaugurar mis visitas a los cines de Urbana.






Bueno, la película me gustó bastante. Iba muy ilusionada, a pesar de la lluvia y de que la hora de salida, en una zona desconocida de la ciudad, que resultó ser tan solitaria como todo lo demás (a excepción del centro del campus), me echaban un poco para atrás. De hecho, esperando el autobús a la salida sentí que se me congelaba el corazón y casi, casi me arrepentí de haber ido. Afortunadamente, esta vez el autobus tardó poco. Ilusionada iba también a pesar de que pensaba que una película como esa, de culto, considerada como una de las mejores películas de la historia del cine, me iba a decepcionar con casi total certeza. Pero mereció la pena porque visualmente la película me pareció una de las mejores películas que he visto en mi vida, sobre todo teniendo en cuenta que se hizo a finales de los años 40. Me sorprendió mucho, muchísimo, no desde el primer plano, pero casi desde el segundo. La fotografía y la luz y el manejo de la cámara me parecieron absolutamente geniales y revolucionarios de verdad (realmente es una película de 1947? Impresionante...) La historia, basada en la vida real de un magnate americano de la comunicación, me pareció interesante, con cierta sutileza psicológica y hasta social, y muy bien narrada, nada más ("nada más" para estar considerada la mejor película de la historia, quiero decir). El final, un poco decepcionante y previsible, pero esta bien como metáfora sencilla de que una vida humana no se puede explicar, ni resumir, ni condensar en una palabra. Bueno, vale, estamos todos de acuerdo. La actuación de Welles, impresionante. Los demás actores, muy buenos también. No sera la película que pondré primero en mi lista de películas a ver, desde luego, pero, aunque totalmente lega en materia de cámaras y fotografía, pienso que su factura es genial. O al menos yo la disfruté mucho. A los que no la hayáis visto, que creo que seréis muy pocos, os la recomiendo. Efectivamente "había que verla".






Más cosas: el miércoles pasado, gracias a una invitación de la Universidad para todos los que vivimos en Orchard Place (he descubierto que de vez en cuando hay eventos gratuitos, o muy baratos, organizados por la gerencia de mi vecindario), fui a ver una ópera de Mozart (Cosi fan tutte, cuya traducción literal creo que es "Así hacen todas", y que en inglés tradujeron como "Las mujeres son así"). Una ópera bufa con libreto de Lorenzo da Ponte que, a pesar de mi poca costumbre y mi poca cultura para la ópera, y a pesar de que la puesta en escena no tiene nada que ver con la del Palacio Real (las pocas veces que he estado en él), me resultó deliciosa, tanto musicalmente como por la historia en sí, historia encantadora de verdad, aunque en todo ello las mujeres no salgamos muy bien paradas... :-) A mi inexperto oído le pareció que la orquesta y los "cantantes-actores" lo hicieron francamente bien. A mí me tuvieron encandilada todo el rato, al menos. Especialmente las dos protagonistas femeninas y el actor que hacía de señor mayor. No me gustó que los americanos (el auditorio allí presente) aplaudieran cada escena como si se tratase de una obra de colegio o de un show de televisión. A la salida, sin embargo, bastante tarde, hacia tanto frío, pero tanto, tanto, y el autobús tardaba tanto en llegar, que empecé a acordarme de mis sensaciones el primer día de mi llegada a Chicago. No sé si Mozart se merecía pasar ese frío durante mas de media hora, y puede resultar blasfemo lo que digo (cosa que no me importan en absoluto) pero es que, ojo, había que estar allí esperando, eh? De nuevo, no os podéis hacer una idea. Esta semana hemos sufrido la peor ola de frío desde que estoy aquí, y mi cuerpo ha empezado a acordarse varias veces del día del aeropuerto, del dolor tan tremendo en las manos (y en la cara, y en las orejas), y de mi entrada del blog hablando de cómo se acostumbra uno al frío (si antes lo digo, antes me desacostumbro), y sólo ayer viernes la cosa pareció mejorar, con la llegada de la nieve. Hoy sábado ha hecho una mañana preciosa, preciosa, plácida y con una temperatura extraordinaria, daban ganas de jugar en la nieve perfecta, inmaculada. Pero no había nadie con quien jugar (aunque he disfrutado haciendo algunas fotos de camino a la lavandería), y ahora por la tarde la temperatura está pegando un bajón impresionante.




Volviendo a la ópera, la historia de Mozart habla de las veleidades del corazón femenino y de cómo, para probar esto a dos enamorados poco avisados, un hombre ya experimentado, entrado en años, les propone un juego para poner a prueba a sus "fidelísimas" amadas. A ellas les hacen creer que los muchachos tienen que partir inmediatamente a la guerra. Se despiden entre sollozos y lamentos, pero al poco vuelven, disfrazados y ocultando su verdadera identidad, intentando seducirlas como si de dos extraños se tratase, con ayuda de su doncella, la traviesa Despina, haciéndose pasar por dos personajes un tanto estrambóticos (que dan pie a la comicidad de la obra) e intercambiándose a las parejas, para ver hasta donde llega el virtuosismo y la fidelidad de las que parecen nobles e incorruptibles doncellas. Al principio se les hace durísimo, y ellas que no, que no, que qué barbaridad, que sólo tienen corazón y ojos para sus amados ausentes. Pero con las tretas de la doncella y la persistencia incombustible y la ardiente elocuencia de los mozos, al final poco a poco las mujeres van sucumbiendo... La única diferencia con los hombres es que éstos hubieran sucumbido al primer piropo. Qué digo al primer piropo, a la primera mirada tierna, sea ésta real o imaginada. "Cosi fan tutti!!" No hay excepción, no la hay, no la habido ni la habrá, creedme, mujeres atolondradas, que algunas estáis atolondradas. No hay excepción masculina bajo el ancho cielo, y os lo dice una enamorada que, ojo, cree tener una pareja fiel por naturaleza, pareja a la que espero no ofender ni molestar, ni a él ni a ningun hombre (él ya sabe lo que pienso de todo esto, y lo digo sin acritud y con todo el cariño del mundo, pero lo digo porque lo pienso, aunque parezca una generalización tópica, banal y superficial. Es una realidad, aunque como toda regla pueda tener sus excepciones, muy raras en este caso, igual que el hecho de que el ser humano tenga, por lo general, dos brazos, y esto creo que puede admitirse como verdad universal, a veces nacen personas extraordinarias con tres brazos, o con uno, y eso no resta generalidad ni veracidad a la regla universal). Pero apenas hay excepción para un hombre al que le surge el cómo, el cuándo y el con quién de forma al 100% apropiada (o al 90%...), aunque cada uno tenga su cómo, su cuándo y su con quién, y algunos lo tengan a todas horas y con casi cualquiera, y otros sean un poco (o bastante) más robustos moralmente hablando. A estos últimos, normalmente solo hay que darles tiempo y, lo dicho, oportunidad. Quien crea lo contrario, incluso de sí mismo, no es honesto o no vive en el mundo o no ha abierto los ojos todavía. O no ha pasado suficientes inviernos con su pareja ni se le ha presentado la ocasión a la que le haya sido imposible renunciar, sea esta la que sea. Pocas cosas tengo por tan ciertas en esta vida de verdades relativas y, como el viejo cínico de la ópera, estaría dispuesta a apostarme lo que sea con quien sea. Y a veces los que más buenos parecen, son los peores. Puestos a decir tópicos, no voy a dejar de decir otro en el que también creo. Y no soy una mujer cornuda, que yo sepa, ni, por lo tanto, hablo resentida, pero vivo en el mundo y he visto muchas cosas, algunas que me han sorprendido enormemente. Resumiendo, hay dos tipos de hombres: los que son fieles por naturaleza y los que no lo son. La diferencia entre unos y otros, aunque pudiera parecer cualitativa y en un principio lo es, al final y con el tiempo y/o las bellas oportunidades, es algo cuantitativo mas que cualitativo. La diferencia cualitativa entre unos y otros realmente estriba en la actitud real interna (no la aparente) y la idea que se tiene sobre las mujeres, la pareja, el compromiso y la fidelidad, y luego, en la debilidad de cada cual, sobre la cual influyen muchos factores personales y ambientales. Pero al final estas diferencias cualitativas entre los hombres simplemente se traducen en una mayor o menor probabilidad de ser infiel, siendo esta probabilidad siempre, siempre y en cualquier caso, como regla general, mayor que cero.




Bueno, me desvío. La ópera tiene escenas muy divertidas y algunos trozos musical y vocalmente hablando, muy buenos. Se confirma, una vez más, que el mejor y mas sublime instrumento musical que existe posiblemente sea la voz humana (cuando se sabe utilizar de verdad, claro está).



El siguiente vídeo, de muy mala calidad, es un pequeño y simpático fragmento de la ópera en el cual los novios, hartos de ser despechados y locos de dolor, simulan tomar un veneno. Despina, la sirvienta, se hace pasar por doctor y las persuade a ellas de que sean cariñosas con los muchachos a fin de salvarlos. Hice otros vídeos de la ópera, para recuerdo mío, pero todos son muy malos, a cual peor. Además, no alcancé a grabar ningun trozo de los que me parecieron musicalmente tan buenos. No tengo el don de la oportunidad para las fotos ni para los vídeos, estoy descubriendo. Pero además tened en cuenta que todos los vídeos que aquí veáis están hechos con una cámara de fotos, para empezar, y que encima, tampoco es muy buena que digamos, es de lo más baratillo que vi (hasta las voces distorsiona, como podréis comprobar). Después, las condiciones de luz eran muy malas, y había un cabezón delante de mí que me impedía grabar a gusto. Más aún, jamás en mi vida he grabado un vídeo hasta ahora (aunque un video casero tampoco es que tenga mucha ciencia). Y, por si fuera poco, el ángulo es tan extraño y el escenario está tan mal tomado porque intentaba grabar, junto con el escenario, la traducción de la ópera que se veía con letras luminosas en lo alto... pero esto último, claro está, no se alcanza a ver debido a la oscuridad. No podía aplicar el zoom porque, dada sobre todo la mala luz que había y la baja calidad de la cámara, distorsionaba demasiado la imagen.



Fragmento de la opera "Cosi fan tutte"


Ese día conocí, gracias a mi visita a la ópera, a una vecina de Orchand, vietnamita, cuarentona pero atractiva, de voz grave y muy agradable, bióloga, que vive aqui con su hijo adolescente y que ha recorrido medio mundo en pos de la biología (ha vivido en diversos países de Europa, por ejemplo, pero no en España, aunque tiene colegas de profesión españoles, según me dijo). Me ha dado su tarjeta (no pude retribuirle con la mía, porque no tengo), y me dijo que estaríamos en contacto, aunque no lo creo. Pero parecía muy sociable, a lo mejor quedo con ella algún día para ir a cenar o algo así. También conocí a otros vecinos de Orchard (todos juntos esperando al autobús, eso me salvó de la desolación total, porque al menos no tenía que estar sola esperando), un matrimonio, él francés, ella polaca, que me preguntaron (por el acento), que si yo era sudamericana o española. Casi siempre me preguntan que si soy francesa o italiana, pero el francés tiene madre española y reconoció mi acento, y se apostó con su mujer a que yo era española. Aunque él no habla muy bien el idioma, pero lo entiende. Ella me contó que una vez en Chicago se le olvidó su gorro y, literalmente, se le congelaron las orejas. Me lo creo.


Al respecto solo puedo decir que yo cuando llegué a casa sentía un escozor tan grande en orejas y manos, y había pasado tanto frío, pero tanto, tanto, que por un momento me olvidé de Mozart, de la ópera y del mundo entero, y lo único que se me ocurrió decir, lo prometo, fue: "!!!me c%#$ en la p*#@ madre del que descubrió América!!!".

9 comentarios:

rut dijo...

Yo sólo te digo que ahora mismo voy a ponerle un cinturón de castidad a pedro.
si es que son todos unos cabrones....

Marquesa Azul dijo...

Y atalo bien cortito, rut, bieeeeeeeeeen cortito... que se acuerde de ti cada vez que haga un ligeriiiiisimo movimiento ;-)
(Pedrillo!!!! que hacia mucho que no me metia contigo, tenia mono ya!!!! ;-P )

Y a todo esto, que paso con nuestro partido de mujeres revolucionarias castradoras? Espero que a mi vuelta este todo organizado y "bien atado"

Anónimo dijo...

Afortunadamente o desafortunadamente mi racha de buena suerte terminó tan incomprensiblemente como vino. El cénit llegó en la Noche de Autos, nunca mejor dicho...A partir de entonces vivo en el inmisericorde mundo de los hombres enamorados.

En estos días he comenzado mi instrucción musical básica. Pronto me convertiré en un pequeño sátiro a la manera del dios Pan...

Mozart! Mozart! Mozart! Mis pezones duros como piedras te recordarán siempre!

rut dijo...

cómo que afortunada o desafortunadamente??!!!!
lo mato, yo, lo mato!!!!

Anónimo dijo...

Kiri, Kiri, Kiri!!!!

Marquesa Azul dijo...

Por que Noche de Autos? por el atropello, te refieres? pobre rut...

Como que instruccion musical basica? (pensaba que seria una vena pasajera... mare de deu, que paciencia rut, me lo imagino y tiemmmblo!!) Y el curso de fontaneria, que? donde lo dejas? (Cualqueir mujer, incluida seguramente la tuya, que es una mujer con dos dedos de frente, te dira que prefiere un fontanero a un musico, donde va a parar. Mucho mas practico)

Anónimo dijo...

Pues sabes, Rosita, que la única vez que he visto una ópera, ha sido esa? La vi con Enrique hace unos años. A mi la primera parte me gustó, pero la segunda estaba pendiente continuamente del reloj y tenía ganas de bajar al escenario para estrangular a los cantantes y apagar sus voces, para poder irme de una vez, porque claro, no es plan de levantarte y pirarte como si fuera una mala película, que allí la gente es muy fisna aunque tenga las mismas ganas de estrangular que las de un pobre cateto como yo.

A todo esto, hace un mes querías desconexión y veo que en este blog hay interactividad... pues vaya mierda de experiencia que has hecho. Sin noticias de España... ja!


En fin, es lo que tienen las marquesas descarriadas.

Me gusta este blog que describe bastante bien tu periplo estadounidense; y al decir "bastante" no alabo lo "nutrido" del mismo...
Marquesa, coño, por qué no haces unos topics más cortitos? Los haces larguísimos, y no es que me extrañe a estas alturas, pero los que tenemos una atención sostenida un tanto débil, pues al final estamos como que sólo podemos mirar las fotos ...y gracias. Qué se le va a hacer, tienes un amigo un poco vago, y es que a mi me cuesta mucho leer cosas tan largas en una pantalla de ordenador, se me cansa la vista, y no es coña, una cosa es un libro, pero aquí... (al final me estoy enrrollando yo también).

Bueno, pues eso, cuidadito con los EEUU.

Antoñito

(PD: Por cierto, cuando ya mandes mails y termines tu desconexión (jijijiij), mi dirección es la de gmail, que tu último correo me lo mandaste a yahoo, y casi nunca lo abro.

Un besote desde La Elipa (que sigue flipando, chata)

Anónimo dijo...

Hola Rosa, yo también voy a romper tu aislamiento, yo no soy perezosa para leer, para escribir un poco más, pero me encanta el blog, lo que cuentas..., parece que te esoy viendo gesticular, y las fotos son alucinantes, no se te da nada mal lo de la fotografía.
Sigue así de bien.
Paula

Marquesa Azul dijo...

Antonito!!! que alegria oirte! Que coincidencia, lo de la opera, me ha puesto de buen humor...
Asi que esto poquito de nada te parece interactivo y te ries de mi mes de "aislamiento", eh?... ayyy si tu supieras!! De mi mes de aislamiento la que se rie soy yo
(y no seas perro vago, que eres muy perro)

Paula, otra alegria que me llevo. Que lejos estamos, hay que ver. Es imposible quedar y verse asi, eh? No veo la forma de salvar la distancia y tomar una coca-cola contigo y con Sus, y mira que hay ganas. Nada, habra que esperarse unos mesecillos mas

(cuando me decida a romper mi pseudo aislamiento y a llamar a alguien, os llamo con el Skype. I have much to talk!)

Bueno, y ya no mas, que esto va a parecerse cada vez mas a mails en lugar de comentarios.

Un besazo a los dos!